Paso un buen tiempo, tiempo suficiente para que Rachel recobrara su postura anterior, estar junto a la persona que más confiaba le había devuelto el valor que le faltaba, a diferencia de Erick, quien seguía ideando su amargo final. Rachel se dio cuenta que ambos esperaban cosas distintas, se puso de pie para encararlo.
— ¿Qué sucede contigo? — Lo reprendió de pronto, Erick la miró lleno de inquietud. Hace minutos atrás estaba decaída aceptando su realidad, ¿cómo había cambiado tan rápido de actitud? — En serio, ¿piensas quedarte aquí...? ¿Así? — Lo miraba confundida. — Porque te juro que estoy odiando verte así, tan lastimado. ¿Qué sí te hacen algo peor? — Estaba preocupada, no sabía de lo que era capaz su padre, sentía que ya no lo conocía más.
— No puedo morir por esto, ¿recuerdas? — Intentó bromear. No funcionó.
— Ellos saben cómo hacerlo, tú no eres inmortal en manos de mi padre. — Declaró ella con convicción, como si estuviera al tanto de todo.
En realidad, sólo imaginaba lo que podría suceder, suponía que para que su padre sea llamado “Rey” era porque él era superior a todos, y eso también incluía a Erick. No estaba tan fuera de contexto, los reyes en la mayoría de clanes, aquelarres y otras comunidades mágicas, habían sido dotados con el poder de matar hasta al súbdito más antiguo, mientras estuvieran bajo su reino.
No lo hará. Aseguró mentalmente, Erick.
Sabia, por la propuesta que le había hecho Klauss, que lo necesitaban; sabía con certeza que no lo matarían, al menos no dentro del reino, a los ojos de su bella humana; finalmente eso era lo que quería evitar más que todo en el mundo, que ella lo viera morir a manos de su padre.
Nadie habló, de nuevo; hasta que Erick decidió darle un poco de esperanza a la muchacha que los estaba mirando con ojos preocupados.
— Nos iremos, lo prometo. — Se escuchó muy seguro de sus palabras. Mentía. — Solo... Dame tiempo. — Tiempo para aceptar la propuesta de Klauss, liberar a su amigo y asegurarse de que ella estuviera fuera de peligro.
— ¿Tiempo? ¡Eso es lo que menos tenemos! — Rachel estaba alterándose y él ya se había percatado de ello.
— Recuerda que no solo estamos nosotros. — Ella lo comprendió al segundo, se calmó. Christopher... Él estaba aquí por su culpa.
— Yo no estaba pensando con claridad... — Él la miró con tranquilidad en sus ojos, deseaba transmitirle ese sentimiento; sin embargo, no estaba seguro si podría usar su don en su estado actual. — No estoy pensando claramente desde que llegué aquí.
— ¿Qué sucede contigo, pequeña? — Rachel no pudo aguantar las ganas de llorar, así que fue a refugiarse en sus brazos. — Mira como estas. — Enfatizó su apariencia.
— Tengo miedo. — Fue lo único que pronunció en un susurro.
Se quedó recostada junto a él, protegida por sus brazos; lo extraño de toda la situación era el poco interés que Rachel le daba al estado del vampiro, era tanta su confianza que no la idea de él haciéndole daño no le pasaba por la cabeza, cosa contraría a Erick. Se quedó un rato más así, sin decir nada y sin querer hacerlo, hasta escuchar la voz de su vampiro.
— ¿Podrías no hacer tantas travesuras durante tu estadía en el castillo? — Ella lo miró extrañadísima, ¿a qué venía ese pedido? — ¿Sería mucho pedir que confíes en tu padre?
— ¿A qué te refieres? — Pronunció las palabras en un suspiro.
— Creo que la única manera de mantenerte a salvo es este lugar…— Ella se sentó frente a él. — Al menos hasta que salga de aquí. — Ella frunció el ceño en respuesta. — Confías en mí, ¿no es así? — Rachel respondió con otra pregunta:
— ¿Qué te dijo mi padre? ¿A qué vino? Debe querer algo, ¿no es así? — Erick se removió en su lugar evitando su mirada. — ¿Te dijo que me convencieras de toda esa mierda? — Él negó.
— Tú sabes porque estoy aquí, ¿cierto? — Algo, fue su respuesta inmediata, aun así, asintió. — Tu padre puede ver mis recuerdos, salvo por mis emociones. — Ella lo entendió muy rápido. — Piensa castigarme por lo que pasó esa noche.
— Ahora me siento más culpable. — Confesó cerrando los ojos. — ¿Quién rayos castiga de esa manera solo por una aventura de una noche? Ay, ¡es que no lo puedo creer! Nunca he escuchado de ninguna persona haciendo tal cosa jamás. — Renegó en voz alta.
— Somos vampiros. — La corrigió. — Así se solucionan las cosas por aquí.
— Pues me parece muy poco civilizado. — Le respondió enojada, al ver como tomaba la situación. — Deberían hacer una revuelta. — Él tosió al tratar de reír.
— Somos seres mágicos, Rachel. — Ella levantó una ceja. — Esto es nuestro sentido de democracia.
— Pues apesta. — Ya Erick no respondió a eso.
Se volvió a obtener ese silencio en toda la celda, un ambiente algo ambiguo que molestó a ambos.
— Me preguntó la razón por la que había hecho todo lo que hice. — Inició una conversación Erick.
— ¿Y…? — Él bajo la cabeza. — ¿Qué le respondiste? — Erick la miro sin decir nada. —
¿No le respondiste? — ¿Cómo debía sentirse? No sabía cómo sentirse.
Para Rachel nada había estado claro desde aquel día, no pudieron hablarlo en su momento, pero era evidente la atracción que sentían ambos; al mismo tiempo, para que existe algo más, falta mucho más que una simple atracción. Rachel no estaba buscando una relación en ese momento, ¿cómo iba a hablar de un tema que no quería opinar? Erick no entendía los sentimientos nuevos que estaba experimentando a su lado, ¿cómo hablaría de algo que ni siquiera él mismo entendía?
— Tú llegaste. — Respondió corto. Mintió, otra vez.
Ella levantó el rostro del vampiro y le sonrió amable. Rachel era eso, sobre todo, una persona demasiado amable y gentil, pensaba mucho en los sentimientos del resto y esa virtud había hecho que muchos jugaran con sus sentimientos, las personas suelen aprovecharse de los débiles.
— Hablaremos de lo que pasó ese día, luego de haberte sacado de este espantoso lugar. — Él lucía más calmado luego de sus palabras. — Voy a hacer todo para sacarlos de aquí.
— Prométeme que no saldrás sola de este castillo. — Ella negó.
— Trataré, pero deja de defender a mí padre. — Lo regañó. — ¿Acaso fueron amigos en su vida pasada? — Trató de hacer burla, no le salió.
— Fuimos amigos desde nuestro primer encuentro. — Rachel abrió los ojos con gran interés. — Está enojado conmigo, pero aún lo considero mi amigo. — Un amigo que planeaba castigarlo hasta su muerte.
— ¿Cómo es que se conocieron? — Rachel ya ni trató de reprenderlo por su manera de pensar con respecto a su padre.
— 1 354, poco después de la pandemia continental, en el valle de Taff. — Rachel lo miró confusa.
— ¿Dónde dices? — Había estudiado psicología y lo único que sabía de geografía era la clase de primaria.
— Gales. — Respondió. — Ahí nos conocimos por primera vez, tu padre había dejado vida solitaria queriendo conocer el mundo oculto y yo con pocos años de ser convertido, solo quería tomarme un descanso. — Pronto Rachel se había olvidado de sus problemas por concentrarse en lo que estaba oyendo. — Éramos grandes amigos.
— ¿Así que fueron a recorrer todo el mundo? — Él negó.
— A pesar de lo bien que nos llevamos aquel día, nos despedimos porque nuestros objetivos se cruzaban entre sí. — La muchacha soltó un pequeño “oh”, lamentable. — Nos volvimos a encontrar siglos más tarde, en el diecisiete. — Ella asumió que se refería al siglo, no preguntó.
— ¿Qué sucedido para que se encontraran? — A Erick le pareció muy lindo verla tan interesada en lo que él contaba.
— Hubo una guerra vampírica. — Rachel pareció sorprenderse. — Hasta ese entonces solo existían dos reinos, el del viejo mundo y el nuevo mundo.
— Ah, creo que sí se de eso. — Levantó la mano, alegre. — Se un poco de historia universal por eso sé que los europeos creían que no había más tierras fueras de su continente, hasta que Colón descubrió América en el XV. ¿A eso te refieres? — Él asintió.
— Hay algo de eso. — No quiso ampliar sus conocimientos en el tema, porque vampiros y humanos veían de manera distinta la misma historia. — El asunto era que, muchos vampiros no estábamos de acuerdo en ser gobernados, nuestra naturaleza no se adhiere fácilmente a ser sometidos bajo un gobierno. — Ella asintió siguiendo el hilo de la historia. — En conclusión, muchos de nosotros no estábamos dispuestos a acatar sus reglas porque no nos beneficiaban en lo absoluto y algunos porque decían que sí esos reinos no eran disueltos la profecía se haría realidad; así que, entramos en guerra hasta disolver los grandes reinos en algunos reinos independientes, administradas según cada región. — Ella hizo un puchero.
— Te saltaste toda la parte buena, ¿cómo que “en conclusión”? Además, ¿qué es eso de la profecía? ¿Ustedes creen en esas cosas? — Son seres sobrenaturales, se regañó así misma. — Quiero decir, ¿son algo regular las profecías, por aquí? — Él sonrió tratando de no reír.
— Pues las profecías son más creencias de brujas, pero hay algunos que creen fielmente en ellas. La que se esparció por esa época trataba de una princesa de la noche o algo así, una especie de mal mundial. — Le restó importancia. — Como sea, creo que deberías irte. — Ella negó.
— ¡Aún hay mucho por contar! — Volvió a negar, no quería regresar a ese lugar. — Por favor, déjame quedarme contigo un rato más.
— Rachel. — Advirtió preocupado.
— ¿Al menos hasta el amanecer? — Lo interrumpió con una sonrisa.
— Tú no estás así solo por tu padre, ¿no es así? — Evitó su mirada. — Puedes decirme lo que sea que esté sucediendo.
— ¿Aún sí es una completa locura? — Ni siquiera estaba segura de qué contar.
— Esto es una completa locura para ti, soy irreal en tu mundo. — La tranquilizó.
— Sinceramente no sé qué hago en este lugar. Sé que debo odiar a mi padre por todo lo que les está haciendo, pero no puedo evitar este sentimiento de alegría al confirmar que está vivo… Bueno… Tú me entiendes. — Trató de explicarse, ya que era irónico utilizar esa palabra para describir a un vampiro.
— Eso te hace única. Jamás te avergüences de tus sentimientos, la mayoría de nosotros mataría por tenerlos. — Erick tan… Erick, a los ojos de la humana. La hacía suspirar.
— Y también… Erick, aquí hay más que solo vampiros. — Él la miró sin comprender bien.
Literalmente, no podía ver más que vampiros en un castillo custodiado por vampiros, hecho para vampiros y apto solo para vampiros, cualquier ser que entrara sin previa anticipación sufría de un daño en su sistema, los vampiros respiraban un aire diferente sí se podría decir de esa manera. Era cosa de Klauss para evitar pequeñas molestias.
— ¿A qué te refieres? — Quiso entender.
— No sé como explicarlo... Nunca había sentido algo tan tenebroso cerca. No es un vampiro, losé, sé cómo sentirlos; — explicó— eso es... Oscuro. — Era la única palabra que encontraba, no sabía cómo describirlo.
Erick se inquietó un poco, no estaba seguro de que se trataba; sin embargo, tenía el presentimiento de que estaba relacionado con el favor que Klauss vino a pedir. De algo estaba seguro, y eso era que; ella podría ser una humana frágil físicamente, pero su ser era inquebrantable... Ella era increíblemente valiente, jamás se ahuyentaría por algo tan simple.
Sí eso era cierto, su teoría de no sobrevivir al favor de Klauss también lo era, ¿sino para qué un Rey furioso se tomaría la molestia de hacerle una oferta? Klauss no perdería jamás, era demasiado inteligente. Nadie lo culparía, ni siquiera el mismo Erick, si moría protegiendo a Rachel.
— ¿R? — Solo una vez la había llamado así, cuando quiso que realmente lo ayudara con un juego de consola. — ¿Recuerdas lo que te dije hace un momento? — Ella rodó los ojos.
— No puedes pedirme eso enserio, Erick. Él los está maltratando y, aun así, sales en su defensa. — Se molestó.
— Pequeña, — tocó su mejilla — esto es por ti. — Rachel cerró los ojos ante su tacto. — Sé que odias este lugar y lo que él nos está haciendo, pero necesito que obedezcas a tu padre.
— Erick, no quiero quedarme aquí siquiera, ¿por qué lo obedecería? — Frunció el ceño.
— Porque creo que hay algo mucho más peligroso, algo de lo que solo tu padre es consciente. — Rachel juntó dos más dos y entendió su punto, se trataba de esa cosa. — Necesito que le digas al Rey que aceptaré su propuesta.
— ¿Qué propuesta? — No parecía confiable.
— Va a liberarnos, sí le ayudo con algo. — Eso sonaba mucho más sospechoso a los oídos de Rachel.
— ¿Qué clase ayuda? — Erick la miró serio, ella no se intimidó. — ¿Qué clase de ayuda?
— No lo sé aún, pero lo importante es que estaremos fuera de este lugar y podré protegerte. — Se veía más animado que cuando ella ingreso, sospechó aún más.
— ¿Me estás diciendo que aceptarás de la nada una propuesta que ni siquiera estabas tomando en cuenta hasta el momento en que te mencioné acerca de eso? — Casi casi le estaba gritando. — ¿Crees que soy estúpida?
— Rachel, no compliques las cosas y hazme caso. Todo saldrá bien. — Le estiró los cachetes.
Erick tomó un poco de aire. Se sentía fuera de sí, ni siquiera sabía cómo podía emitir palabra. Pensó un momento si ella debía enterarse de lo que ocurría, después de todo ya vivía alrededor de seres sobrenaturales, se lo diría.
— La hora de visita culminó. — Escuchó una voz monótona hablar detrás de la reja.
Él vio por encima del hombro de Rachel y se encontró con un jovenzuelo parado frente a la celda, con una sonrisa cínica impregnado en su rostro. Erick lo reconoció fácilmente, era uno de los vampiros que lo querían ver justamente donde se encontraba ahora. Pero, Rachel no lo conocía por lo que habló con total normalidad.
— Necesito unos minutos más... — El vampiro asintió a regañadientes, pero aún se mantenía en su posición. — A solas. — Pidió, sonando amable.
El vampiro desapareció en cuento entendió que no podía contradecir las ordenes de la chiquilla, ya se lo habían comentado y, también, había escuchado rumores de ella siendo la hija perdida de Klauss. Así mismo, mantenía órdenes precisas del mismo rey, de hacer caso a lo que ella pidiera.
— Voy a hacerte caso y me comportaré para no estorbar lo que sea que estén planeando. — Él se sintió aliviado. — Vendré tan pronto como pueda, hablaré con mi padre...
— No hables con él acerca de nuestra liberación, no hagas nada que te perjudique y…— Tomó aire antes de pedirle algo de lo que probablemente se arrepentiría. — No vuelvas por aquí, por favor.
Ese pedido fue algo más personal, no tenía ningún vínculo con su plan. No quería que lo viera en ese estado y a saber cómo estaría los próximos días, podría ser un peligro para ella; podía fácilmente dejarse llevar por el descontrol, dentro de poco las alucinaciones sacarían su salvajismo en su más puro estado. Eso era lo peor de aquel castigo, no poder morir; sino recordar cada acto en sus vidas pasadas, cada atrocidad. No quería que ella estuviera junto a él para ese entonces.
— ¿Por qué? — Cuestionó algo triste, no entendía la razón.
— Es lo mejor para ti, no quiero hacerte daño. — Ella sonrió levemente.
— Erick, tú jamás podrías hacerme daño. — Afirmó muy segura de sus palabras.
— Nunca me has visto fuera de control. Soy un vampiro después de todo, ¿recuerdas? — Rachel tocó suavemente el rostro del muchacho.
Sintió ganas de llorar, porque muy dentro de sí sabía que lo que decía era cierto. Él era un vampiro con varios siglos tras su espalda; lo entendía, él probablemente no se había alimentado en semanas, después de todo... ¡Él no se había alimentado! Se había encerrado así misma con un vampiro que no había probado sangre por mucho tiempo, ¿cuánto podrían soportar sin comer?
El depredador y la presa en una misma celda.