[VALLE]
Veo a Salvatierra a los ojos y con la mirada le invito a que me diga a que vino, ya que debe ser muy importante lo que quiere decirme si vino a buscarme hasta acá.
⎯ Quisiera saber por qué no estás en el restaurante de mi hermano poniendo todo en orden ⎯ me reclama.
⎯ Nunca me enviaste mensaje, supuse que no te habían gustado mis condiciones, así que simplemente decidí continuar con mi vida y divertirme en Mendoza ⎯ contesto.
⎯ ¿Divertirte?, ¿yendo a un museo? ⎯ ríe bajito.
⎯ Sí o qué pensabas, ¿salir a bailar?
⎯ Podemos ir a bailar si quieres ⎯ me dice de inmediato ⎯, puedo enseñarte a bailar tango.
⎯ Solo dime por qué viniste a interrumpir mi diversión Santiago.
⎯ Quiero que vengas conmigo al restaurante, mis socios quieren hablar contigo y necesitamos en verdad tu punto de vista. Esto de la remodelación debe comenzar ya.
Sigo caminando por el museo y entro a la sala dónde se encuentra unos cuadros tan bonitos que me distraen de la plática de Santiago, o tal vez, lo estoy evitando.
⎯ Valle, acepto tus condiciones y comprendo todo lo que me dijiste ayer, pero no puedo ocultar todo lo que siento y lo mucho que me atraes, pero te prometo que trataré de lidiar con eso todos los días para no hacerte sentir incómoda ¿vale? La verdad es que mis inversionistas me dijeron que si no aparezco contigo en la comida de hoy, no hay trato.
⎯ Ese es el truco más bajo que me han hecho en la vida ⎯ respondo de inmediato.
⎯ Pero es verdad, vamos, solamente es una pequeña comida y estarás en tu departamento antes del anochecer.
Lo observo y su hermosa y guapa cara se transforma en tierna y con mucha compasión. Creo que ya admití esto, pero Salvatierra a veces me puede y lo odio. Así, saco mi celular y le envío un mensaje a Gerard.
⎯ Como supongo que traes carro Gerard y yo te seguimos ⎯ le comento.
⎯ Vale ⎯ dice feliz.
⎯ Te lo advierto, voy con mi chofer, me regreso con él, no me puedo quedar más allá de las seis de la tarde porque tengo que verme con mi marido esta noche, y si no me gusta lo que me ofrecen con eso de la remodelación y digo que no... ⎯ le advierto.
⎯ Es no ⎯ complementa lo que le estoy diciendo.
⎯ Muy bien, también me gustaría al menos poder terminar de hacer lo que me propuse hacer con esta visita. Ver el resto de las salas, así que si me disculpas.
⎯ No te interrumpiré ⎯ me dice tranquilo ⎯ ¿Puedo al menos ver los cuadros contigo?
Volteo a verlo con cara de "te voy a matar" y él sonríe ⎯ Únicamente era una pregunta Valle, te espero a la salida del museo, por favor no tardes ⎯ me ruega.
Veo que se aleja y yo suspiro ⎯ Dios, ¿estás son pruebas? Porque si es así, no entiendo por qué ⎯ rezo ⎯, más vale que todo esto tenga un porqué, ya que en verdad me la pusiste difícil. ¿Qué quieres entre Salvatierra y yo?, ¡dime! ⎯ reclamo.
Me quedo viendo el cuadro por un momento y trato de apreciarlo lo mejor que puedo, después me entra la nostalgia de saber que Diego no está aquí, que mi familia está muy lejos y aunque platico con ellos casi todos los días necesito de su compañía. No tengo amigos ni conocidos aquí y me paso las horas sola en todo Mendoza y en el piso. Tal vez, por eso Salvatierra está en mi camino, para tener por lo menos un aliado en este lugar.
Después de quedarme en la sala por un rato, regreso a la salida donde tanto Gerard y Salvatierra me esperan. Él al verme sonríe y yo lo quiero matar ⎯¿Lista? ⎯ me pregunta.
⎯ Recuerda, no más allá de las 6:00 pm ⎯ le vuelvo a advertir.
⎯ No más allá de las 6:00 pm ⎯ repite y ambos nos vamos al sitio de la reunión.
***
Parece ser que todo salió bien con los socios de Salvatierra, porque al finalizar la comida no solamente me dejaron en claro que me querían en su equipo, sino que me ofrecieron más cosas que los tres Reyes Magos cuando le regalaron a Jesús. De pronto me sentí la reina del lugar y sé que fue gracias a Salvatierra que estoy segura, con su facilidad de palabra, no dejó de aludirme desde que sus socios me conocieron.
El último socio se levanta de la mesa y después de despedirse de mí y de expresar lo feliz que está, sale del sitio dejándonos solos a Santiago y a mí. Él me observa intento mientras juega con la copa de vino, girándola con los dedos, yo, en cambio, le doy sorbos al mío. Su mirada es intensa y me obliga a bajar la mía para no hacer contacto.
⎯ Te luciste otra vez, Valle ⎯ me dice sonriente.
⎯ Bueno, no más que tú, se descuidan un momento y les sacas otro restaurante ⎯ y se ríe.
Vuelvo a tomar otro sorbo y él me sigue viendo.⎯ Me alegra que hayas aceptado trabajar con nosotros, verás que la re-inauguración será un éxito.
⎯ Eso espero ⎯ le contesto y vuelvo a tomar.
De pronto en la bocina del restaurante comienza a sonar una melodía y Salvatierra sonríe ⎯ Ya escuchaste, un tango ⎯ recuerda. Pongo atención y escucho que es el tanto de "Por una cabeza" de Gardel. Santiago se pone de pie de pronto y me da su mano ⎯¿bailamos? ⎯ me dice gentil.
⎯ No, gracias ⎯ contesto amable ⎯ no deseo ofender a toda Argentina porque no sé bailar tango.
⎯ Venga Valle, yo te enseño. Además, solo vamos a bailar, no pasa nada, dale que se acaba la pieza.
Me pongo de pie un poco y lo veo, su sonrisa es tan grande que me contagia. ⎯ Va, pero únicamente esta pieza porque en verdad me tengo que ir.
Me acerco a él e inmediatamente me toma de la cintura y comienza a moverse al ritmo de la hermosa melodía. Él me pone en posición, y mientras nos movemos me va indicando como dar los pasos. Debo admitir que es divertido, y comienzo a reír al ver que los pasos no me salen.
Sin embargo, después de un tiempo, entiendo como se hace y comienzo a bailar mejor. Santiago me ve a los ojos, y sonríe, momentos después me recita: "por una cabeza, todas las locuras, su boca que besa, borra la tristeza, calma la amargura".
Yo esquivo su mirada profunda y prefiero ver hacia la nada, aunque en realidad eso no ayuda en nada. De pronto, siento cómo se acerca de nuevo a mi oído y me dice.⎯ Te dije que podíamos salir a bailar ⎯ y siento cómo la piel de mi cuello se eriza.
Aun viendo a la nada le respondo.⎯ Parece que siempre cumples lo que te propones.
⎯ Siempre, que no se te olvide ⎯ y seguimos bailando.⎯ Este tango, me encanta, ¿sabes? ⎯ me confiesa.
⎯ Es bonito ⎯ contesto sin más.
⎯ Y más porque en este momento, puede expresar todo lo que siento ⎯ remata.
El tango va llegando a su fin y nuestros cuerpos siguen bailando a su ritmo sin perder un paso ⎯ Lavanda, ese olor a lavanda me encanta ⎯ confiesa y yo por primera vez en toda nuestra conversación lo veo a los ojos y él me sonríe ⎯ Tienes los ojos verdes más bonitos que he visto en mi vida, son tan... Expresivos.
⎯ Pensé que "Tan verdes" ⎯ digo tratando de alivianar un poco la tensión que nos invade.⎯ Bailas bien el Tango.
⎯ Espero, mi esposa y yo íbamos a clases y bueno, estos son los resultados.
⎯ Pues eres buen aprendiz.
⎯ Tuve una excelente compañera, como en este momento ⎯ y me vuelve a tomar entre sus brazos.⎯ Eres una excelente bailarina Valle Sandoval, gracias por regalarme este día tan hermoso contigo.
⎯ Solamente fue un día normal Santiago, no lo malinterpretes.
⎯ Si eso dices ⎯ me contesta y me vuelve a subir para quedar los dos de pie uno frente a otro.
⎯ Me tengo que ir, pero nos vemos mañana en el restaurante para empezar esta odisea.
⎯ No tienes idea lo ansioso que estoy por empezarla contigo ⎯ me murmura y luego pone uno de mis mechones de pelo atraes de la oreja provocándome cosquillas. ⎯ Hasta mañana, Valle.
⎯ Hasta mañana Santiago ⎯ contesto fría, para luego tomar mis cosas.
Me alejo de él saliendo de inmediato de ahí. Siento todo mi cuerpo revolucionado y un sentimiento de culpa me invade. No quiero que la soledad me gane, no es justo ni para Diego, ni para Santiago, ni para mí. Sin embargo, ya no quiero estar sola, necesito amigos, necesito aliados, me necesito a mí.