(DIEGO)
El momento incómodo se hace, y no sé por qué reacciono así, pero, tomo a Valle de la cintura y la jalo hacia mí. ⎯ ¿Qué te parece? ⎯ le pregunto.
⎯ No lo sé, es muy grande y sería una apuesta enorme en una ciudad y país que aún no conozco ⎯ responde insegura.
Me acerco a su oído y le murmuro.⎯ Si pudiste abrir uno en Nueva York, puedes hacerlo aquí, corazón ⎯ y Valle sonríe.
⎯ Lo sé, pero, aun así, necesito un socio acá y no conozco a nadie y creo que con dos restaurantes es más que suficiente por ahora ⎯ dice.
⎯ ¿Entonces?, ¿este lugar no es de tu interés? ⎯ dice Salvatierra, sonriente.
Valle lo ve y niega. ⎯ No, en verdad está muy bonito, me encanta esta terraza y que se entra por la parte de arriba, pero no, lo siento Santiago.
⎯ ¿Así de rápido?⎯ le dice él de inmediato ⎯ Solamente porque no tienes un socio acá.
⎯ Es una historia larga, pero muchas gracias, tal vez dentro de no sé, tres años, quizás ⎯ le da un plazo.
Mientras él la ve a ella, ella me ve a mí y una sensación que pensé eliminada de mi sistema renace, y me alegra mucho que Valle no haya querido hacer un trato con él.
⎯ Supongo que entonces no hay vuelta atrás ⎯ le digo a Santiago.
⎯ Tengo otros locales por si quieres ver más ⎯ y ve directo a Valle, ignorándole por completo.
⎯ No gracias, pero prometo que si abro un restaurante después te buscaré a ti.
⎯ Aquí está mi tarjeta, Valle ⎯ y no sé por qué odio que diga su nombre en ese tono. Volteo de inmediato a verle y creo que mi rostro lo dice todo. ⎯ Disculpa, Señora Sandoval ⎯ corrige.
⎯ Valle, está bien ⎯ responde, educada. ⎯ Gracias por la tarjeta, ¿Nos vamos Diego?, me están matando las botas.
⎯ Sí, corazón ⎯ y veo cómo ella comienza a caminar hacia la entrada del local. Por el rabillo del ojo veo cómo Santiago se deleita con esa imagen.
«Si lo sé, ese trasero que tiene se le ve hermoso en ese pantalón, pero es mío» pienso para mí mismo.
⎯ Bueno Santiago, supongo que es un no ⎯ interrumpo su momento.
⎯ ¡Qué lástima! Tenía muchos planes, ⎯ comenta.
⎯ ¿Planes?
⎯ Sí, para el local. Un restaurante aquí era lo ideal, pero bueno, ya tienes mi tarjeta y si la convences puedes hacerme una llamada.
⎯ Sí, lo tendré en mente. Hasta luego.
Salgo del local más rápido de cómo entré y la veo de pie sobre la banqueta. La tomo de la cintura de inmediato y le doy un beso en la boca que apenas la deja tomar aire. Disfruto sus labios poco a poco, lentamente y no me importa si hay cámaras tomándonos fotos o si estamos solos, esa burbuja que siempre aparece entre los dos nos protege en este momento.
Continúo besándola por unos momentos más, jugando con su cabello largo y pasando mis dedos por la línea de su espalda. Ella recarga sus manos sobre mi pecho, como siempre, y las presiona ligeramente. Me separo y ambos tomamos aire.
⎯ ¿Nos vamos a casa? ⎯ le digo sonriente y ella asiente con la cabeza.
Saco mi celular de la bolsa y le llamo al chofer, que debe estar al pendiente de mi llamada.
Él me dice que tardará unos segundos y mientras llega la vuelvo a abrazar y al notar que Santiago sale del local le murmuro a ella en el oído ⎯ Tu trasero se ve espectacular en ese pantalón, corazón.
⎯ ¡Hasta luego! ⎯ nos dice y yo levanto la mano despidiéndome. Ella se ríe recargada en mi pecho, por lo que le acabo de decir, pasando Santiago desapercibido ante sus ojos.
El chofer llega unos momentos después y ambos subimos a la camioneta. Valle se acerca a la calefacción y coloca sus manos para calentarse.
⎯ “Dirás que el celoso no vino, pero me envió a mí”, corazón, pero creo que le gustaste a Santiago ⎯ comento tratando de sonar lo menos celoso posible.
⎯ Lo sé ⎯ contesta ella para mi sorpresa.⎯ Ya lo había conocido antes ⎯ confiesa.
⎯ ¿Disculpa? ⎯ pregunto y mis celos regresan de golpe.
⎯ Sí, cuando fui a comer a “Don Quijote”, ahí estaba.
⎯ ¿Fuiste a comer a “Don Quijote” sin mí? ⎯ le pregunto y ella ríe.
⎯ ¿Eso es lo que ahora te importa? ⎯ me responde ⎯ y ayer estaba en tu presentación; esperaba a alguien.⎯ Suspiro y veo al otro lado observando la ciudad por la ventana ⎯ No te preocupes Topi, no haré tratos con él, ni nada parecido, así que no tienes que ponerte celoso ⎯ Valle toma mi mano para besarla tiernamente.
Reflexiono un poco, mis celos pueden ocasionar que Valle se pierda la gran oportunidad de abrir un restaurante aquí, y sobre todo de trabajar con el mejor en el área. No debería hacerle esto.
⎯ Salvatierra es uno de los mejores en el negocio de los restaurantes aquí en Mendoza, sería una lástima que no trabajarás con él ⎯ y al decir esas palabras trato de controlarme.
⎯ Gracias, Topi, pero ya te dije que no. Además, quiero estar libre para viajar contigo si es que puedo hacerlo, ya sabes, esa agenda anti-Valles.
— Gracias, mi amor, pero también sé que te aburres y que cuando termines de recorrer Mendoza o toda Argentina, no tendrás más que hacer. Me cuesta, honestamente, pero deberías al menos platicar con él y ver la posibilidad.
Valle se quita el cinturón de seguridad y se sienta a mi lado, con ternura se recarga en mi hombro. ⎯ Yo te amo sobre todas las cosas Diego, y si vamos a estar separados quiero que eso esté muy presente en esa cabeza que tienes. Si no hay confianza no hay futuro.
⎯ Confío en ti corazón; sin embargo, no en los demás ⎯ contesto en un tono de niño berrinchudo y ella se ríe.
⎯ No puedes estar celoso de una persona que tú mismo me presentaste Topi, ¿qué hubiera pasado si hubiera dicho que sí?, ¿por celos me hubieras obligado a decir que no?
Volteo a verla y le beso la frente ⎯ Nunca. Tú tienes tus sueños, yo tengo los míos, pero lo importante es que nos apoyemos para cumplirlos.
⎯ Pues ahora tú estás en ventaja, porque mi sueño no es abrir un restaurante en Mendoza, así que estate tranquilo que Santiago y yo no volveremos a vernos ⎯ y vuelve a acomodarse en mi hombro para después cerrar los ojos.
Entonces las palabras de mi madre me vienen a la mente, debo aprender a confiar más en ella, sobre todo ahora que no estoy precisamente a su lado. A comunicarme y empujarla a que haga más cosas, así como ella me apoya en lo que puede, como lo hizo ayer y como lo hizo hoy y como sé lo hará en el futuro.
⎯ Corazón ⎯ le murmuro.
⎯ Mmmm ⎯ responde mientras trata de no quedarse dormida
⎯ Sé que ya dijiste que no, pero, no queda demás que averigües un poco sobre Salvatierra, creo que te haría bien un socio aquí en Mendoza, una “Casa Sandoval” sería genial y te soy honesto, ahora es uno de mis sueños.
⎯ Lo haré ⎯ dice adormilada y sonríe.
⎯ Te juro que no me pondré celoso si dices que sí. Al contrario, estaré muy orgulloso si lo haces, así como lo hiciste en Nueva York meses atrás, ¿me perdonas por mi comportamiento de hace rato?
⎯ Solo si me dejas dormir un rato ⎯ bromea y yo le beso la frente.
⎯ Te amo corazón, me haces ser un mejor hombre cada día.
Valle me sonríe de nuevo y minutos después cae dormida sobre mi hombro camino a nuestro piso. Mientras, vuelvo a mirar por la ventana y solamente quiero pensar que no me arrepentiré de lo que acabo de proponerle a la mujer de mi vida.