CAPÍTULO 9. Decir la verdad

1852 Palabras
[Valle] — ¡Hola Beni!— escucho la voz de Diego en el piso y abro la puerta de la habitación de inmediato. Lo veo en frente de mí, con esa playera gris que tanto me gusta y unos pantalones de mezclilla azules. Diego posa su mirada en mí y automáticamente sus ojos brillan. Él me da esa sonrisa que tanto me gusta y que solamente es para mí— ¡Bienvenido señor D'Angelo! – le digo coqueta y me acerco a él para darle un beso. Después de dos días separados, Diego vuelve de su viaje y debo admitir que es una de las mejores sensaciones que he sentido. Él, baja a Benito, me toma de la cintura y me besa con todas las ganas que ha estado acumulando durante nuestro periodo de separación. — Topi, para ti— me dice con voz sexy— ¿Me extrañaste? — Como loca —y vuelvo a besarlo. — Huele delicioso, ¿cocinaste algo para mí? – me pregunta sonriente. — Tu agenda dice que tienes una cita con tu mujer, ¿no? Pues aquí está nuestra cita/cena — y vuelvo a besarle. — Te ves hermosa, me encanta como te vestiste, aunque esa falda espero solo la hayas usado en casa. —No, lo siento, salió a pasear por la mañana y regresó a salvo— le bromeo y él sonríe. —Esa falda tendrá que ser castigada por desobediente y salir sin permiso – y vuelve a besarme quitándome la respiración.— Me alegra estar de vuelta contigo, por fin podré descansar unos días y pasarlos juntos. Diego se separa de mí y me ve— Francisco dice que muchas gracias por los brownies, ¿ahora le cocinas a él en mi ausencia? —me dice medio celoso. — Él y yo tenemos un trato e incluye brownies, pero no te pongas celoso mi amor, tú tienes todos estos para ti solo – y le muestro todo un plato lleno de ellos. — ¿Qué pasó con dieta si, brownies no?— me bromea. — Hoy es dieta si, brownies también. Ve a la habitación a dejar tus cosas para cenar ya, porque muero de hambre. Él se va a la habitación y yo prendo las velas de la mesa y sirvo los platos. Diego regresa un poco relajado y se sienta en la mesa para empezar a comer. Prueba el pollo al curry que le cociné y sonríe—¡Dios mío! Extrañaba tu comida – dice feliz—, me encanta. — Me alegra que te gusta, me fascina cocinar para ti. — Y a mí comer lo que cocinas. Sí que somos un buen equipo – y se ríe. Me siento en el comedor y seguimos comiendo tranquilos, disfrutando de todos los sabores que los platillos hasta llegar al postre, los famosos brownies que tanto le gustan. Diego, toma una rebanada de brownie y come un poco —¿me das?— le pido y él me da un poco del suyo con sus dedos directo a mi boca. — Mmmm, sí que nací para hornear brownies – le contesto divertida. Diego sonríe y toma mi rostro con sus hermosas manos y me besa en los labios. Siento ese beso completamente diferente, lleno de preocupación - ¿Todo bien Topi?, ¿no te gustó la comida? — Me encantó corazón, muchas gracias. — ¿Entonces? ¿Qué pasa? — Valle, tengo algo muy importante qué decirte – me dice un poco serio.— Quería esperar hasta mañana, pero me está quemando por dentro y prefiero decírtelo ahora que estar con esa sensación mas tiempo. Empiezo a sentir un hueco en el estómago, tomo un respiro y lo observo. – Dime. — Antes de que te diga, quiero que me prometas que me escucharás de principio a fin, no harás comentarios hasta que haya dicho todo y te prometo que me atendré a las consecuencias de lo que esto pueda ocasionar. Solamente te pido que consideres todo el panorama, ¿vale? Asiento con la cabeza y de pronto caigo en esta incertidumbre y en una mezcla de pensamientos que no son muy buenos, lo primero que pienso en Sam: ¿Habrá pasado algo con ella? — Valle, sé que dijimos que en esta relación siempre nos diríamos la verdad, y desgraciadamente no he sido del todo honesto contigo. Es una situación que he ido guardando desde hace mucho y que hasta ahora no había salido, pero es necesario que lo escuches por mí y no por otra persona. La habitación se pone tensa, los brownies ya no saben a chocolate y puedo sentir como mi cuerpo se paraliza de repente. — ¿Recuerdas el champú que estaba en este piso? — suspira—, era de mi exnovia, María José. Me preguntaste si la amaba y te dije que sí, pero que nuestra relación no había podido escalar a otro nivel por mi estilo de vida. Lo último no es verdad. —¿Qué quieres decir? Habla claro Diego, sin rodeos. Recuerda que la verdad siempre hace daño, pero más lo que imaginas en la mente — le digo firme. — María José era mi prometida, estábamos a punto de casarnos a finales de octubre del año pasado—me dice serio. —Cuando nos conocimos en Ibiza era mi despedida de soltero, fui a divertirme con mis amigos y te conocí.—Supongo que mi cara es épica porque él desvía la mirada.— Antes de que me digas algo, quiero decirte que me gustaste desde el momento que te vi entrar al lugar, nunca en mi vida había sentido algo así por alguien, y en ese momento hice lo que mi corazón me pidió. — Llevarme a la cama— le respondo de inmediato, empezando a molestarme. — Tal vez no fue lo indicado, y te juro que mi intención era pasar solo una noche contigo y nunca más volverte a ver, pero me encantaste y cuando te fuiste no podía dejar de pensar en ti y por eso te busqué tanto. María José no sabía nada, y continué con el plan de la boda hasta que te volví a ver, ese día en el restaurante supe que era el destino y que mi lugar era junto a ti. Volví a sentir esas mariposas al verte, el besar tus labios, mirar tus ojos verdes – suspira—, hizo que me diera cuenta de que iba a cometer el error de mi vida si me casaba con ella y te dejaba ir. Después de regresar de San Diego, no podía esconderlo más, así que terminé mi relación con ella, por eso estuve desaparecido unos días, tenía que tranquilizarla y hablar con mi familia. Yo no quería que te enteraras de todo esto, pero tenía que decírtelo antes de que Sam te lo dijera. — ¡Claro! Sam lo sabe... ¿Me pregunto que más cosas sabrá de ti? Con razón no se puede ir de tu círculo social porque podría arruinarte, ¿cierto? —Siento como mi cuerpo cae en un espiral de sensaciones donde la principal es el coraje. Me levanto de inmediato de la silla y me alejo de él. — Ahora entiendo todo, tanto misterio, porque me pediste que no preguntara de tu pasado, el querer venir a hablar con tus padres antes, lo que dicen tus admiradoras en r************* , todo ese enojo Diego, ¡cómo te atreviste a no decirme nada! Ante los ojos del mundo soy la mujer que se metió entre la relación de Diego D'Angelo y su ¡novia! – le digo enojada— ¿Por qué me lo dices cuando ya no hay remedio? Eso quiere decir que te acostabas conmigo mientras tu novia preparaba todo lo de una boda... ¿Por eso tus prisas por casarte conmigo?, ¿por si me enteraba se te caía el espectáculo? — ¡No! Me casé contigo porque te amo Valle, te amo con toda mi alma, no porque quisiera tenerte segura. Sé qué hice muy mal en no decirte y que ahora que lo digo en voz alta parece que nuestra relación empezó a base de mentiras, pero no fue así. Si no te amara no me hubiera ido a San Diego para vivir contigo. — ¡Tal vez te fuiste a San Diego para huir del escándalo aquí y yo únicamente fui un pretexto! – le grito y él me observa con una mirada que nunca en la vida había visto. — ¡He hecho más cosas por ti que por las que he hecho por mi vida, Valle! ¿Cómo puedes pensar que eres un pretexto? Eres la mujer de mi vida, te amo como nunca he amado a nadie, todo lo que hemos vivido no puede ser opacado por esto que te digo. — Me lo hubieras dicho desde el principio, ¿sabes? Ahora no sé si fui un capricho y si todo lo que me decías en tus cortas visitas a San Diego eran verdad ¡Me siento como una tonta! Pensar que todo esto había sido mágico. — Y lo fue, fue tan mágico que no lo puedo creer, la conexión que tenemos, lo que hemos pasado... Corazón. Camino hacia la habitación y Diego me sigue de inmediato. Me siento completamente mal y confundida, y a mi mente vuelve una y otra vez la escena de la carta que me dejó Javier dejándome por otra... ¡Ahora yo soy esa otra! — Corazón, Valle—me dice Diego, caminando atrás de mí. Yo comienzo a tomar las cosas y él cierra la puerta – Valle, acataré las consecuencias de todo esto, pero te pido que me entiendas. Pare todo por seguirte, concebimos una hija, conocía a tu familia, me fui a vivir contigo sin importarme nada, ahora estás aquí conmigo y te estoy diciendo la verdad, ¿qué más pruebas de amor quieres? — No sé Diego, en este momento no sé qué decirte. — Solo quería protegerte Valle – me comenta melancólico. — Y tratando de hacerlo me heriste – le contesto. Tomo mi almohada y una cobija y voy hacia la puerta. — No, Valle, recuerda que no hay sillón entre nosotros. — Hoy si Diego, no solamente hay un sillón, hay un montón de cosas que no se dijeron y necesito tiempo para pensar. Con permiso. Diego se hace un lado y salgo de la habitación, aviento mis cosas al sillón y me siento. No puedo creer todo lo que escuché, tantas cosas sin ser dichas y que ahora dan sentido a todo lo que he empezado a suceder en esta nueva vida que he adoptado. Me quito la falda y el sostén y me quedo con la playera, acomodo la cobija, la almohada y me acuesto. Sé que no podré dormir, pero al menos estaré sola y trataré de acomodar tanta información que hay en mi mente. ¿Cómo pudo hacerme esto Diego?, ¿por qué no me dijo antes?, ¿cuánto tiempo habrá jugado conmigo antes de "enamorarse de mí"?
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR