[VALLE]
Dejo al lado las hojas de los dibujos y cierro la laptop. Sé que es tarde, pero aún no tengo sueño, así que voy a la cocina, hago té de manzanilla y un poco de leche para tomar unos sorbos en el silencio de la habitación. Esto se siente tan solitario cuando Diego no está, y, aunque mis gatos me hacen compañía, no es lo mismo.
Así que, tomo mi suéter tejido y sin pensarla dos veces bajo con Francisco que de seguro está viendo hacia afuera por los grandes ventanales del edificio. Me encanta bajar a ver la ciudad con él. Se pueden ver las luces destellantes y el movimiento de Mendoza que, a veces, parece que no duerme. Mientras lo hacemos platicamos de la vida, de la cotidianidad y me recuerda a las pláticas que tengo con mi padre, a uno que extraño mucho.
Entonces, voy hacia el elevador y presiono el botón de “Planta baja”, para momentos después verlo sentado en uno de los sillones de la recepción, con las manos sobre la frente denotando que está preocupado.
⎯ ¿Estás bien?⎯ le digo de inmediato al acercarme a él.
⎯ ¡Ah! Valle, ¡qué grata sorpresa!, ¿necesitas algo? ⎯ inquiere, tratando de ser como siempre amable.
⎯ Necesito saber si estás bien ⎯ le contesto de inmediato y dejo el termo lleno de té sobre la mesa y pongo las dos tazas también.
⎯ En verdad no ⎯ confiesa, se me ha presentado un problema un poco complicado.
⎯ ¿Quieres compartirlo con el grupo? ⎯ le pregunto mientras sirvo las dos tazas de té. Él me ve y yo le sonrío para ver si me tiene un poco de confianza.
⎯ ¿Segura que no tienes ya muchos problemas con que Diego no esté y todo eso que me cuentas?, ya sabes lo de Sam y las r************* y…
⎯ Si tú me escuchas, yo también lo haré; es recíproco esto que tenemos ⎯ hablo.
Él toma la taza y me sonríe.⎯ ¿No hay brownies hoy? ⎯ pregunta.
Yo saco de la bolsa de mi pantalón dos brownies y se los pongo ahí, él toma uno, pero se los quito ⎯ No, no, hablando y comiendo ⎯ le condiciono.
Francisco toma un sorbo de té y come una mordida del brownie. Se nota que lo disfruta porque cierra los ojos y sonríe. Después, el semblante vuelve a cambiar y viéndome a los ojos, me dice.
⎯ Bueno, pues me acabo de enterar de que mi nieta María está embarazada.
⎯ ¿En serio? ⎯ pregunto sin saber si es bueno o malo.
⎯ Sí, pero llega en muy mal momento, ¿sabes? María apenas va a terminar el bachillerato, apenas tiene 16 años y bueno, ¿qué más te puedo contar? Mi hija abandonó a María cuando era chica, así que su abuela y yo la cuidamos, no tenemos dinero para una boca más y además ella quería irse de Mendoza a estudiar a Europa, estaba participando para una beca, pero con esto ⎯ habla rendido. ⎯ Ahora no sabemos qué hacer y ella se ve perdida.
Suspiro, sé lo difícil que puede ser esto, así que tomo a Francisco de la mano y lo veo a los ojos ⎯ ¿Qué necesitas? ⎯ le digo sin rodeos y él me ve extrañado.
⎯ No Valle, nunca podría pedirte nada a ti.
⎯ No me estás pidiendo nada, te lo estoy ofreciendo. Además, sé lo que se siente todo esto. Cuántas veces no te he contado de mi familia, y de todas las que pasamos, si ahora puedo ayudarte a ti y a tu nieta lo haré, ¿qué necesitas?
Francisco tomo otro sorbo de té y suspira.⎯ María necesita ir al doctor para saber cómo va su embarazo y que tome una decisión. Como ves, yo no puedo acompañarla y su abuela menos porque ambos trabajamos. María es menor de edad, necesita que alguien que sepa de eso vaya con ella y le ayude.
⎯ ¿Quieres que vaya con ella? ⎯ pregunto.
⎯ ¿No te traería malos recuerdos? ⎯ me dice preocupado al acordarse de todo lo que pasé con Emma.
⎯ No importo yo en este momento, pero sí tu nieta, dile que haga la cita con el doctor lo antes posible y yo iré a sin problemas, ¿te parece?
⎯ Gracias, Valle, en verdad eres una gran amiga. De pasada podrías hablar con ella y saber qué es lo que quiere hacer. Desde que se embarazó no es muy abierta que digamos.
⎯ Cuenta con ello ⎯ le digo feliz.⎯ Ahora tomemos té y comamos brownie para que esa preocupación se vaya. Prepárate porque tengo muchas cosas que contarte de lo que me pasó hoy.
⎯ Soy todo oídos, Valle ⎯ me responde y como todas las noches, cuando no está Diego y el insomnio me pega, comienzo a relatarle mi vida a este portero que se ha vuelto parte de mi familia.