[Diego]
Me despierto al oler el café de Valle e inmediatamente sonrió. Ella no sabe cuánto amo despertarme con este aroma, y ahora más que estoy viajando porque lo extraño como loco. No cabe duda que cuando uno se acostumbra a una rutina le es difícil asimilar otra de inmediato. Extraño mi vida en San Diego, cuando pasaba con ella 24 horas al día los 7 días de la semana y podía darme el lujo de tomarme un café tranquilo con ella, platicar, que ella me contara su día o a veces platicar de cosas vanas que se volvían importantes para nosotros. Ahora, desde que regresé a mi rutina en Mendoza, las veces que puedo hacerlo están contadas y me es difícil admitirlo.
Al notar que Valle ya no está a mi lado, me levanto y estoy a punto de ponerme el pantalón del pijama cuando recuerdo que en esta casa no hay nadie más; únicamente estamos Valle y yo y que puedo caminar como se me dé la gana, incluso desnudo si quiero. Bajo las escaleras y puedo verla sentada en el enorme comedor de la cocina, leyendo algo en el iPad mientras toma una taza de café.
⎯ Buenos días, corazón ⎯ le digo al entrar a la cocina y me acerco para darle un ligero beso en los labios.
⎯ Buenos días ⎯ contesta y vuelve la mirada al dispositivo.
Me alejo un momento y voy a la cafetera a servirme una taza con café ⎯ ¿Qué lees tan atenta? ⎯ le pregunto, al ver que ni pestañea.
⎯ Descubrí un foro donde escriben historias y en algunas tú eres el protagonista ⎯ comenta.
⎯ ¿Eso es en serio? ⎯ inquiero entre risas.
⎯ Así es. Suben historias de todo tipo y donde haces todo tipo de cosas, ¿eh? ⎯ me advierte.
⎯ ¿Cómo llegaste a ese foro? ⎯ pregunto, acercándome a ella.
⎯ Me dio por buscar tu nombre y después de los típicos artículos, descubrí las millones de historias que hay contigo. En este instante leo una donde llevas a una tal Mila a París, por qué a mí no me llevas a París? ⎯ me pregunta como tipo reclamo.
Me acerco y comienzo a leer un poco detrás de ella. ⎯ Si sabes que son historias ¿Cierto?
⎯ Lo sé, pero eso no quita que me lleves a París, además aquí haces cosas que ¡Uf! No tienes idea. Eres todo un experto en el arte de amar ⎯ y se ríe.
⎯ ¿Estás diciendo que fuera de las historias no soy experto en el arte de amar? ⎯ le reclamo y ella vuelve a reír.
⎯ Aunque bueno, hay otros detalles aquí que no sé si te los saben o te lo inventan, pero si es lo último tienen muy buen tino tus admiradoras ⎯ y se ríe.
⎯ Ya no leas ese foro, mejor disfruta al verdadero Diego D'Angelo, ¿querés?
⎯ Lo disfrutaré, pero seguiré leyendo porque hay historias que no, no están mal, tienen muchísimo potencial.
Le beso en la frente y luego con la mano que tengo libre bajo el iPad y lo pongo sobre la mesa. ⎯ ¿Qué te parece si mejor estrenamos la piscina techada y calientita? ⎯ le sugiero.
⎯ Suena como un plan, además, creas o no ayer compré un bikini que quisiera estrenar, creo que queda genial con las montañas, la vista, el calor del agua.
⎯ ¿Puedo verlo antes que todos?⎯ le susurro al oído.
⎯ Sí, pero está arriba, ¿vienes?
Valle se pone de pie y me toma de la mano. Apenas y puedo dejar el café sobre la barra para seguirle el paso. Subimos las escaleras hacia la habitación y cuando llegamos me jala y me tira en un pequeño sofá que tenemos ahí.
⎯ Espere aquí “Churro de ojos hermosos” ⎯ y se ríe.
⎯ ¿Churro de ojos hermosos?, ¿eso de dónde lo sacaste? ⎯ pregunto sorprendido.
⎯ Del foro de lectura ⎯ responde coqueta, mientras busca en las bolas de compras.
⎯ Luego hablamos de ese foro tuyo, veamos el bikini ⎯ le pido.
Ella saca algo de la bolsa, luego se mete al baño y yo me quedo esperándola sentado en el sofá, la expectativa me mata y ella lo sabe.
⎯ ¿Listo?⎯ me dice desde el baño.
⎯ Vamos corazón, no soy la persona más paciente y lo sabes. Solamente sal y muéstrame. Valle sale del baño con un hermoso bikini color amarillo que combina increíblemente con el tono de su piel que juro me deja sin palabras.
⎯ ¿Qué te parece?, ¿le atiné?
⎯ Me encanta ⎯ murmuro mientras la veo caminar hacia mí. Yo sé que mi esposa es guapa y millones de veces la he visto desnuda y he recorrido su cuerpo con mis manos. Pero no sé qué pasa ahora, tal vez son las pequeñas ausencias que tengo, o el hecho de que después del embarazo su cuerpo se transformó por completo, que siento como si la viera por primera vez.
⎯ ¿Entonces? ⎯ insiste.
⎯ Date la vuelta ⎯ le pido y ella se da una vuelta y me muestra ese hermoso trasero que me provoca como ninguna otra parte de su cuerpo. Después se voltea y vuelvo a ver esos pechos grandes que me gusta acariciar con tantas ganas.
⎯ ¿Qué te parece?, ya respóndeme, ¿crees que quede bien para estrenar la piscina?⎯ me dice coqueta.
⎯ Ese bikini no saldrá de este cuarto ⎯ le digo mientras estiro las manos para tomarla entre mis brazos ⎯ Ni loco te dejo salir así, corazón ⎯ y cuando Valle se sienta encima de mi comienzo a besar sus pechos.
⎯ Pensé que iríamos a estrenar la piscina ⎯ me murmura entre pequeños gemidos, ya que he comenzado a acariciar otras partes de su cuerpo y a provocarla.
⎯ Sí, pero más al rato ⎯ susurro y sigo besando en la orilla de sus senos ⎯ de aquí no sales, Valle Sandoval ⎯ le advierto, y continúo besándola como nunca.