Eva
El día de su boda creí que me moría. Luego de que salí del hotel en el que estuvimos amándonos esa mañana, llegué a mi casa y decidí irme con mi hija a la finca que tenían mis padres en Vizcaya.
Mi esposo seguramente estaría con su amante en alguna parte fingiendo que había ido a trabajar cuando en realidad se habían ido a disfrutar de su amor clandestino en algún sitio exótico del que no podía hacer alarde en i********:, como sí hacía cuando me llevaba a mí, aunque eso sucedía cada vez menos, pues cada vez nos llevábamos peor estando juntos, pero como me servía que estuviera lejos para poder ver a Franco sin armar un escándalo, yo fingía que le creía que se iba a un viaje de negocios y que le extrañaba mucho.
Pero ese día en particular, sentía también que necesitaba ir a sentarme
