Pero a pesar de explotar esa bomba aquella tarde, no fue en ese momento que Sofía y yo nos separamos, pues ella todavía sentía la necesidad de seguir peleando por mantener nuestro matrimonio. Ella continuaba aspirando a que yo entrara en razón y me diera una oportunidad real para enamorarme de ella ¿Se preguntarán entonces cómo fue que acabamos siendo dos desconocidos que se despedían fuera del juzgado de familia luego de estar tres años casados? Pues bien… una noche, mientras hacíamos el amor en nuestra casa, la llamé Eva. A decir verdad, en la intimidad evitaba llamar a Sofía por su nombre porque temía que eso me pasara, pero esa noche, no sé qué me sucedió y la llamé Eva. Mi pesadilla, se hizo realidad. Hacía dos meses que ella nos había descubierto en la entrada del hotel pero hab