Casi al medio día bajamos a la cocina y preparamos un desayuno delicioso. Parecía de hotel, o al menos eso me parecía a mí, que por esa entonces, estaba acostumbrado a mesas repletas de amor, pero con pocas especias.
Y como hasta el día de hoy sigo orgulloso del hogar en el que crecí y creo que los valores que allí adquirí me hicieron ser quien soy, le hablé de mi familia y de su humildad, lo cual fue una novedad para ella, quien sabía que estaba becado en la Universidad pero no que en mi vida había llegado hasta a pasar hambre.
Eva no era de familia rica, ni mucho menos. Pero si era de una familia de clase media bastante acomodada que seguramente no supo lo que era pasar mal en por lo menos las últimas tres generaciones y eso podía verse claramente en todo lo material que la rodeaba, desde su ropa diaria, hasta su enorme casa y la gran y repleta alacena que había en su cocina con cosas que tal vez ni siquiera fuera a querer comer jamás pero que estaban “por las dudas”. Pero también podía verse claramente en sus actitudes y en cómo reaccionaba y respondía ante todo lo que le estaba contando.
De todos modos, me pareció bueno contarle de mi vida. Mostrarme tal como era desde el principio, y sobre todo, contarle sobre cada una de las cosas y las circunstancias que me hicieron ser como soy: un luchador con muchísimas ganas de progresar en la vida, y de cumplir cada uno de sus sueños.
Eva - ¡Entonces si es verdad que vas por todo lo que te apasiona! (acariciando mi rostro al tiempo que me iluminaba con su sonrisa)
Franco - ¡Claro que sí! (sonreí al recordar una de nuestras primeras charlas)
Eva - ¿Aunque sea difícil?
Franco – En ese caso, todavía con más ganas (le guiñé un ojo)
Eva - Pero no te gustaría, simplemente… ¡Qué se yo!... ¿Qué te vaya bien en la vida y ya? ¿Sin tener que preocuparte de todo?
Franco – Para mí la felicidad es lo primero… (Mirándola fijamente) Si algo no me hace feliz, no hay dinero que lo pague…
Eva - Pero Fran… ¡La felicidad no te da de comer! Jajajaja Si no tienes dinero no tienes nada, y no puedes llegar a ser feliz…
Franco - ¿Para qué quiero tener dinero si no soy feliz? (quedó pensativa) Si un trabajo me da muchísimo dinero, pero cada día me levanto sin ganas de ir a trabajar… ¿cómo soportaré ocho horas allí y rendir cada día lo que mis jefes esperen de mi?
Eva – ¡Eso es muy cierto! Jajajaja
Franco – Por eso… prefiero vivir de lo que me gusta aunque me lleve más esfuerzo y más tiempo estudiar… e ir tratando de mejorar para llegar cada vez más lejos… por eso algún día te dije que si tanto te gustaba el enfoque de género, pensaras en orientarte a eso acabando la carrera… seguramente tengas lugar, porque hay muy poca gente que se dedica a eso y cada día es más valorado por las empresas contar con alguien que sea capaz de tomar en cuenta esos aspectos en determinados casos…
Eva – Es cierto, pero también son pocos los lugares y… ¡suelen pagar poco! (asentí)
Franco – Pero te puedes hacer un nombre, y si eres buena, destacarte… deberás hacer un máster al finalizar la carrera, el título te llevará un poco más, pero será posible… es un plan a largo plazo…
No quedó muy conforme con mi respuesta, pero siempre que hablábamos del tema, yo le decía lo mismo. Al fin y al cabo… ¿El camino fácil lleva al éxito? A veces, pero no siempre… y por lo general, el camino empedrado, hace valorar más el final del camino, que si le pones cabeza nunca es un final, sino un nuevo punto de partida para la próxima aventura.
Ese día pasamos juntos todo el día hasta el atardecer, cuando volví a mi casa:
Eva - ¿De verdad tienes que irte? (aferrada a mi cuello y mirándome fijamente, en la sala de su casa) ¿No quieres quedarte esta noche también? (con cara de puchero)
Franco – De verdad… (acariciando su rostro con mi mano derecha, mientras que con la izquierda la tenía tomada de la cintura) me encantaría quedarme, pero debo ir a casa y también tenemos que estudiar (chocando mi nariz con la suya)… ¡recuerda que tenemos un examen importante en unos días!
Eva - ¡Lo sé! Pero puedes estudiar aquí conmigo… ¡Tengo todos los libros! (señalando la gran biblioteca de la sala para luego acercarse a mi oído) Y podemos dormir juntos otra vez… abrazados como ayer (susurrando eso último y volviéndome completamente loco, otra vez)…
Franco - ¡Princesa! Si me quedo aquí lo último que haría sería estudiar (sonreí, apoyando mi frente contra la suya)… ¡Tenemos todo el tiempo del mundo para estar juntos!
La besé por última vez y me fui.
Hoy, doce años después y con el diario del lunes bajo el brazo, confieso que de haber sabido lo amplio que sería el concepto de “tenemos todo el tiempo del mundo para estar juntos”, no solo no le habría dicho jamás esa frase, sino que me habría planificado otro momento para estudiar, y me habría quedado con ella a disfrutar cada minuto que la vida y ella me permitieran pasar a su lado.
Tómame una foto
pa' que no se me olvide
lo bien que la paso contigo.
Y yo te tomo una
pa' que te des cuenta
lo feliz que tú eres conmigo.
Contigo un día de semana
parece un fin de semana, baby.
No sé que vas a hacer mañana.
Porque yo quiero que este beso no se acabe,
que me alcance pa' después,
por si acaso esta es la última vez.