Madrid, marzo de 2019 El día antes de viajar para la última audiencia en La Haya, Luis Fernández Secco, el principal accionista del Estudio, había convocado a una reunión de todos los funcionarios para anunciar por fin el nombre del nuevo socio, lo que significaría, ni más ni menos, que tanto si me iba bien como si me iba mal, iba a tener un nuevo jefe al volver, y ese jefe no sería otro que Martín. Y había algo todavía peor… Martín, cuya experiencia y formación eran completamente básicos, lideraría el gran equipo de trabajo que su padre formó, lo que me transformaría en su asistente o mano derecha… y por esos días no dejaba de pensar en que por más órdenes que diera, quien ejecutaría cualquier acción en la práctica, sería yo. Pero sobre todo, no paraba de imaginarme lo interesantes que