Desde que William se fue todo a mi alrededor se tornó de un tono gris y opaco, nada en el palacio brillaba como antes, al principio creí que se debía al mal clima, pero después descubrí que se debía a su ausencia. —No ha dejado de llover—expresó la condesa sacándome de mis pensamientos—si el clima continúa de esta forma me temo que tendremos que seguir postergando sus actividades. —Ha estado lloviendo desde dos semanas, no creo que suspender mis actividades sean tan importantes como para preocuparse—expuse algo intranquila. —Discúlpeme majestad—se alejó del ventanal y se acercó al sofá vacío frente a mí dónde se podía disfrutar del calor de la chimenea. Los últimos días habíamos venido aquella habitación para encontrar un poco de calor, era la antigua oficina de la duquesa Sofía, no era

