Había sorprendidos a muchos la terrible lluvia que estaba cayendo justo las últimas horas antes de que los estudiantes regresaran a casa, pero para suerte de Elena, quien detestaba rotundamente los deportes y la actividad física, tener un día lluvioso que le obstaculizaba al profesor dar su clase correspondiente, estaba bastante conforme con aquello. Pero para su infortunio, existía el gimnasio. De igual manera, se rehusó a realizar las actividades mandadas por el profesor y se quedó sentada en las gradas, observando paciente a las chicas correr y a los chicos tener un partido de básquet sólo por diversión. Y cuando el reloj marcaba la hora del fin de la clase y el regreso de los estudiantes a sus respectivas casas, Elena fue interrumpida por el profesor que le pedía como sustituto a su