Capítulo 19

1748 Palabras
Marcela (Virginia) Durante toda una noche que no pude descansar fue suficiente para que me levantara de muy mal humor, el día de ayer fue muy aburrido después de la reunión con los Gandara, no hice nada importante, de hecho, estuve toda la tarde envuelta entre papeles mientras Julián hablaba y hablaba sin parar, tanto así tenía pensado no ir al trabajo hoy, mañana es domingo y al fin voy a poder descansar. Pondría alguna excusa después, pero hoy me quedaría en casa durmiendo. Mi mañana iba bastante bien hasta me di un largo baño y me quedé en mi cama fumando, ya que por más que lo intentara no podía dormir, y lo peor es que ni siquiera sabía la razón de mi insomnio, no había hecho nada malo en los últimos días, y aunque así fuera, no suelo sentir arrepentimiento. Doy una calada más y luego expulso el humo en el aire, ya extrañaba hacer eso, y como en la empresa no puedo, tengo que evitarlo lo más posible, lo cual es un problema porque a veces me da un poco de ansiedad. Escucho una llamada entrante en mi celular y es como si mi mundo se derrumbara de una gran montaña empinada hasta estrellarse en el duro suelo. No, no estoy exagerando. Así me sentí, estrellada como una fruta madura. - ¿Si? – Respondo con fastidio, no pienso ocultar lo que estoy sintiendo. - ¿Virginia? soy Becky, el señor Juan Carlos y Julián me pidieron que te localizara. - Ruedo los ojos. ¿Es qué esos dos no pueden vivir un día sin mí? - ¿Qué pasó? - Pregunté mientras me sentaba en la cama desenredando las sábanas que cubrían mi cuerpo. - Solo me dijeron que te avisara que vengas, parece que necesitan tu presencia en una reunión. Es urgente. - No pueden estar sin mí un solo día. Ya es oficial. - Está bien, se me presentó un imprevisto, diles que voy para allá. - Colgué. Seguidamente colgué me fui a lavar los dientes para no ir con el olor a cigarrillo, después busqué en mi guardarropa algo que ponerme y lo elegí fácil, una falda azul oscuro con una blusa blanca de esas que tienen la parte de atrás más larga que la del frente, unos tacones simples del mismo color de la falda y una cola de caballo con el cabello bien recogido. Salí casi corriendo de la casa y encontré un taxi a la salida, lo tomé y me fui a la constructora, llegué en diez minutos aproximadamente, entre calmada, aunque tenía prisa. No tenía pensado quedarme en el día allí, iba a salir en cuanto terminara eso tan importante que debían decirme. Una vez arriba en el piso de las oficinas principales, me fui hasta la oficina que comparto con Julián y al entrar encontré al mismo sentado en un sillón mirando a la nada, me le acerqué despacio, ya que al parecer no había notado mi presencia y él se sobresaltó cuando le toqué el hombro. - Tranquilo, soy yo. - Él me miró y pude ver sus ojos, no estaban con el brillo de siempre. - ¿Qué anda mal?  - Lo siento, estoy algo distraído. - Respondió ignorando mi pregunta, me senté en el sillón del lado para quedar frente a él. - ¿Qué te pasa? - Le pregunté de nuevo. - Nada, pero te mandé a llamar porque hay una reunión y como tú estás más familiarizada que yo con los últimos temas de la empresa, pensé que debías asistir por mi... por favor. -  Pidió, era como un niño que pedía un caramelo, así que yo le sonreí un poco. Había hablado tan rápido que apenas entendí lo que quería, pero asentí. Pero no dejaría pasar su cara de perturbación así de fácil. Algo no estaba bien. - Está bien, pero te noto preocupado, si tienes algún problema en el que pueda ayudarte o necesites a alguien que te apoye, puedes contar conmigo. - Me ofrecí y de verdad así era, sentía que quería ser un apoyo para él... O tal vez algo más. Lo vi suspirar y tratar de dibujar una sonrisa que no le salió como debería. - Gracias Virginia. - Me paré y me incliné más cerca de él, le puse la mano en el hombro por lo que él me miró y me abrazó como si su vida dependiera de ello, me sentí tan bien cuando hizo eso que yo le correspondí al abrazo de igual forma, de inmediato. Nos quedamos así hasta que alguien abrió la puerta y entró ¿Es qué nadie toca antes de entrar aquí? Julián y yo nos separamos rápidamente, y la persona que era se quedó mirándome fijamente con mala cara y también a Julián que parecía haber visto un fantasma. - ¿Interrumpo? - Dice la señora levantando ambas cejas y frunciendo los labios. - No mamá. - Responde Julián y esta vez soy yo la que levanta las cejas sorprendida. Con razón se puso tan pálido. Me di un golpe mental al no reconocerla. - Será mejor que yo me vaya el señor Juan Carlos debe estar esperándome. - Julián asintió y yo tomé mi bolso, unos documentos que había sobre el escritorio y salí de allí, no sin antes recibir otra mirada de esas que te quieren matar de la señora Emma Gandara. Me encaminé a la oficina de Juan Carlos y le dije a Laura que me anunciara ella así lo hizo y me permitió la entrada. Una vez adentro Juan Carlos me estaba esperando y me dijo que tome asiento yo así lo hice y empezamos a revisar todo el tema de los contratistas. La reunión no duró mucho, solo unos pocos minutos y al terminar yo me fui a la cafetería de la empresa, compré un refresco y me fui hasta la oficina de Julián quien al parecer no estaba allí. Genial, eso solo significaba que no me iba a poder escapar, pero dejaba de estar molesta al recordar que él estaba mal, por alguna razón me sentía mal por él, me preocupaba su estado. Me senté en su escritorio y me puse a pensar en cómo iba a hacer para seducir a Juan Carlos, ahora ya me había acercado a él, pero no lo suficiente como para ese punto. Tocaron la puerta y dejé que pasara, era Becky. - Virginia, el señor Juan Carlos te mandó llamar, dice que es urgente que estés en su oficina ahora mismo. - Resoplé con cansancio, ¿Otra vez? Pero y asentí, ella salió sin decir más, no sé que es lo que quiere ahora, pero me he vuelto muy solicitada por él. Salgo de la oficina y voy a la del presidente, Laura está saliendo de ella con una extraña sonrisa y me dice: - Te está esperando. - Volví a asentir y entré. - ¿Me mandó llamar, señor? - Dije al entrar y estaba con tres hombres que reconocí de inmediato. - Si Virginia, toma asiento. - Me senté en una silla frente a Juan Carlos - Estos señores solicitaron tu presencia. - Así es, señorita Morales, estuvimos considerando los tres y decidimos que tiene toda la razón y vamos a dejar que el proyecto sea realizado por esta constructora, siempre y cuando sea usted misma la que trate con nosotros sobre los avances del mismo. - Pude notar la cara de asombro de Juan Carlos. ¡Boom! Apuesto a que no te esperabas eso. Bueno la verdad es que yo tampoco. - Sería un placer poder hacer lo que ustedes me piden, pero hay una persona encargada para eso. - Sonreí con complicidad, sabía lo que venía después. - No hay problema con eso, Julián y tú se pueden encargar juntos.  - Sonreí mucho más al saber eso, es justo lo que esperaba y me gusta la idea. - Entonces está bien. - Dije muy contenta, pero claro que no lo iba a mostrar frente a ellos. - Me gustaría saber ¿Por qué el señor Ventura dice que tu tenías razón Virginia? - Preguntó Juan Carlos intrigado. - Ella se reunió con nosotros ayer, la verdad es que no queríamos asistir, pero ella nos convenció de ir a verla y de volver a hacer tratos con ustedes. - Dijo Ventura mientras me sonreía. - Entiendo.  - Dijo Juan Carlos como si no se lo creyera. - Bueno, si eso era todo pues yo me retiro. - Me paré de mi asiento dispuesta a marcharme pues no quería seguir sintiendo la mirada morbosa que me daba Ventura y Ayala. - No, Virginia, tenemos algo de qué hablar. - Me hizo volver Juan Carlos, rodé los ojos sin que él lo notara y volví a mi lugar. - Nosotros si nos vamos. - Informó Ayala quien no había hecho sentir su presencia hasta ahora. Los tres hombres salieron de la oficina, pero como siempre Ventura no lo hizo sin antes decirme un elogio y besar mi mano caballerosamente. Cuando ya solo estábamos Juan Carlos y yo solo le pregunté: - ¿De qué quieres hablar conmigo? - Él solo me miro y me sonrió. Si, ya había empezado a tutearlo y él a mí solo que cuando estábamos en privado solamente. - Yo quiero agradecerte Virginia, porque insististe y gracias a ti no perdimos un proyecto tan importante como el de ellos, tengo que admitir que te subestimé y cometí un error al rechazarte ese día que viniste a buscar empleo aquí. - Me tendió unos papeles en la mesa. - Este es tu nuevo contrato, lo mandé a preparar ayer, y en definitiva estaba en lo correcto al tomar esa decisión. - Abrí los ojos ante tal comentario. - ¿Cómo dices? - Pregunté mientras los tomaba aun sin poder creerlo. - Lo que escuchaste, seguirás trabajando como asistente, pero esta vez serás también mí asistente y tendrás un sueldo mucho mejor del que ya recibías e independiente también. - No puedo creerlo aún, pero voy avanzando, lento pero firme. Después de que firmé el contrato, salí de la oficina victoriosa como siempre y me dirigí a la oficina de Julián y mía, no sin antes percibir unas miradas curiosas. Inmediatamente llegué marqué el número de “el jefe” y le conté mis avances, pues ya había logrado conseguir algo de confianza de parte de Juan Carlos y eso era muy bueno.
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