Marcela
Desperté en un lugar que no conocía, estaba en una cama cubierta por una sabana azúl oscura, escuché que alguien se acercaba y me senté rápidamente a la vez que sentía como todo se me sacudía en la cabeza y me mareaba, al ver que Harri era quien venía desde creo la cocina porque tenía una taza en la mano izquierda y la derecha en la cabeza me imagino que sintiendo el mismo dolor que yo y dándome a conocer que es zurdo.
No entendía nada de lo que había pasado, lo último que recordaba era haber ingerido aquella estúpida droga y luego nada más, no recordaba tampoco que hacía en la cama de Harry desnuda.
- ¿Harry? - Lo miré confusa en busca de una explicación.
- ¡Despertaste! – Exclamó y se acercó a mí.
- No, estoy soñando contigo. – Respondí sarcástica rodando los ojos.
El se rio y se volvió a parar de la orilla de la cama donde se había sentado antes de notar que yo estaba despierta.
- ¿Qué pasó aquí? – Le pregunté.
- ¿No lo recuerdas? - Me miró serio, entonces empezaron a pasar varias imágenes por mi cabeza de lo que había pasado y no me lo podía creer.
- Por la cara que pusiste creo que recordaste. – Normalmente no suelo recordar las cosas tan claras cuando me drogo como esta vez y me moría de la vergüenza así que solo asentí con la cabeza. - Yo desperté así también, no podía creerlo, pero ya pasó y te digo la verdad... - Se acercó a mí y me susurró al oído. - …me encantó.
Yo lo fulminé con la mirada y él solo tomó un sorbo de lo que sea que haya en la taza. - ¿Qué droga me diste? ¿Sabías que esto iba a pasar? - Le pregunté casi gritando porque obviamente a ninguno de los chicos de la banda yo los tocaba, ni siquiera con un palo, así que no entendía que había ocurrido para enloquecer de ese modo con Harry.
- No, no sabía lo que esa droga causa, es nueva, es primera vez que la uso y no volveré a hacerlo, pero podrías hablar mas bajo me duele mucho la cabeza, siento que va a estallar. - Me paré de la cama sin importarme lo que él viera pues ya había visto todo, busqué mi ropa por la habitación con la vista, pero no la encontré. - ¿Qué acaso tú no tienes resaca? – Preguntó llamando mi atención.
- Si, pero ya estoy acostumbrada. – Respondí y seguí buscando hasta que vi mi ropa interior en una esquina de la cama, me dirigí hacia la ropa y me la puse, Harry no decía nada, pero pude sentir su mirada sobre mi. - ¿Qué tanto ves? ¿No te bastó lo de anoche? – Lo regañé y lo miré poniéndome una mano en mi pequeña cintura.
- Anoche no estaba tan cuerdo como ahora. - Dijo con una sonrisa pícara y burlona a la vez mordiéndose el labio inferior.
- Pues lastima por ti porque necesitará mucho más que una droga tipo éxtasis para volver a tenerme. – Declaré muy segura de lo que decía y me dirigí hacia la cama, ya que alcancé a ver mi sostén bajo la almohada, lo tomé y me lo puse - ¿Dónde está mi vestido? - Pregunté.
- Está en la sala. - Señaló hacia la puerta sin quitarme la vista de encima.
Pervertido.
- ¿Alguna señal de los chicos? - Pregunté mientras regresaba con mi vestido y él estaba sentado como lo dejé antes de salir de allí.
- Me han llamado, dijeron que venían para acá, por eso cuando despertaste me viste, venía a despertarte. - Tomó otro sorbo de la taza.
- ¿Me ayudas? – Pedí señalando el cierre de mi vestido, obvio sé ponérmelo sola, pero me gusta provocar.
- Si, claro. - Se acercó a mi y me subió el cierre, luego me tomó por la cintura y me giró de frente a él apretándome a su pecho.
Lo mire desafiante demostrando que no me intimidaba lo que sea que fuera a hacer, en eso tocaron la puerta de entrada provocando que me soltara suavemente para dirigirse a abrir la puerta mientras se colocaba un polo azul oscuro, ya que solo tenía un pantalón deportivo.
- Aqui no pasó nada. - Lo amenacé mientras yo salía tras él y vi mis zapatos en el mueble así que fui a ponérmelos rápidamente para cuando abrió la puerta ya estaba lista.
- ¿Qué hay viejo? - Dijo “el caniche” entrando primero que los otros y me saludó con un movimiento leve de su cabeza. Ese tipo nunca me ha caído bien, siempre he pensado que oculta algo o que tiene doble cara.
- ¿Cómo estas? - Entró Juncas y le dio un abrazo de hombre como ellos dicen, luego se dirigió a mí. - ¿Qué hay pequeña? - Me pasó la mano por el cachete y se sentó en el mueble, luego entró el “Gato” e hizo lo mismo que “Juncas” a diferencia de que este me cargó y yo solté un grito del susto.
- ¡¡¡Estás loco!!! ¡¡¡Bájame!!! - Gritaba mientras este parecía no escucharme, pude ver entrar al otro chico que aun no se su nombre pues no es muy sociable y por lo visto es así con todos, ya que fue el único que no saludó a Harry.
- Okay pequeña, pero te vas a sentar conmigo. - Dijo el “Gato” mientras se sentaba en el mueble y me ponía a mi en sus piernas, es un poco vergonzoso, pero considerando que es como mi hermano mayor lo dejo sin pelear.
- ¿Por qué? Déjame sentarme sola. - Dije haciendo pucheros.
- Porque así lo quiero. - Yo lo fulminé con la mirada y resoplé dándome por vencida.
- Chicos ya basta. ¿Si? - Dijo Harry haciendo lo miráramos mientras él rodaba los ojos, no era raro ese comportamiento entre nosotros porque todos saben que este chico y yo somos muy cercanos. - Tenemos algo importante de que hablar.
- Pero primero. - Esta vez fue “el caniche” quien habló. - Debemos felicitar a la Rosa, sin ella no hubiéramos logrado esto. – Me miró a mí. – Un trabajo impecable.
Yo reí un poco e hice como si me estuviera secando una lágrima, pero luego me puse seria al recordar donde estaba sentada.
- Bueno aquí está el dinero. - Habló el chico misterioso, mostrando unos sobres con dinero y pasándolo a Harry y a mí. - Lo repartimos en partes iguales, cada quien toco lo que era justo, una sexta parte. - Los dos asentimos y él se paró de su asiento para dirigirse a la puerta y marcharse.
- Bueno muchachos yo también me tengo que ir, no dormí en casa y mi madre debe estar preocupada. - Miré al gato quien me miraba atentamente. - Por favor. - Le señalé sus manos que se envolvían en mi cintura.
- Ah, si, claro. - Me soltó con una sonrisa inocente y yo tomé mi cartera y mi chamarra. – Hablen de eso importante y luego me cuentan el resumen. – Les lancé un beso a todos y me fui.
No me interesaba en lo mas mínimo ese "asunto importante" que iban a hablar de todos modos y parecía que al ojiazul menos porque se fue primero que yo, en mi caso que me dijeran lo que tenía que hacer y punto, nada de andar teniendo reuniones y charlas importantes.
Caminé como media hora y ya estaba llegando a mi casa cuando noto que el barrio esta muy callado algo que no es típico, me distraigo por unos segundos y transmito a mi cuerpo la paz que hay en el lugar, cosa rara, pero cierta, entonces llega a mi mente una idea: debo visitar la iglesia. Así que me pongo mi chamarra y me dirijo a la calle después de unos minutos veo un taxi y lo llamo para que me lleve. Se que es raro, pero me gusta ir a la iglesia siento que debo rendirle cuentas a Dios de las cosas que hago así que cada vez que puedo voy a la misma. Aunque si el sacerdote supiera los crímenes y pecados que he cometido seguro que se suicida, así que no me confieso.
Llego a la capilla y le digo al taxista que espere ya que no pienso tardar. Nunca lo hago.
Al entrar puedo ver todas las imágenes de Jesús crucificado y pienso que son tontas, una de las leyes de Dios es que no se debe idolatrar o rendir devoción a una imagen y eso es lo que la gente aquí hace.
Ya sé que es raro que diga eso porque yo estoy en ese lugar, pero yo solo entro me quedo de pie y cierro los ojos lamentando mi vida para rendirle cuentas a Dios de las cosas que he hecho, aunque se que no tengo perdón de Dios.
Salí después de unos minutos y el taxista me había esperado, me subí en el auto y le dije que me lleve al mismo lugar de donde habíamos venido, así lo hizo y le pagué lo que indicaba el taxímetro.
El barrio aun estaba tranquilo, por lo que me volví a distraer y cuando volví a caminar ¡PUM! choque con alguien.
- Lo siento me distraje y no te vi. - Escuché una voz femenina y cuando levanté la mirada la noté que era Berenice, una de las prostitutas de aquel lugar, ella si es rubia natural y tiene unos ojos celestes impactantes que atraviesan a todo el que la mira directamente, es alta, más alta que yo, además de sus tacones aguja y ser muy delgada.
- No te preocupes yo también estoy distraída, es extraño ver el barrio tan tranquilo. - Comenté frotándome la frente.
- Si, todos están tranquilos por la camioneta negra que entró hace poco aquí. - Dijo con la mirada ida.
-¿Camioneta negra? - Pregunté confusa.
- Si, hoy temprano entró una al barrio, tiene los cristales oscuros y piensan que es de la policía, ya que se ve muy costosa. - Fruncí el ceño, la policía no entra aquí así que es muy, muy extraño. Este barrio es temido incluso por la policía.
- Entiendo, bueno un gusto verte, Berenice. – Me despedí y la dejé para caminar hasta mi casa.
Cuando iba llegando vi la misteriosa camioneta negra y digo misteriosa porque en realidad lo era. La ignoro y me dirijo a mi casa cuando voy a entrar escucho unos pasos detrás de mi, giro bruscamente para ver quien era y ¡PUM! genial hoy es el día de chocar a Marce, levanto la mirada y veo a un hombre bien vestido con traje, pero no alcanzo a decirle nada porque siento que me ponen un paño en la boca con un olor particular y me desmayo.