Capítulo 14

1548 Palabras
Marcela (Virginia) No sé qué es lo que me está pasando con este hombre, pero siento tantas cosas, es como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo cada vez que me toca. No puedo parar de sonreír así nomás, es más fuerte que yo, la manera en cómo me habla y me trata me parece tan dulce que de repente siento que no soy la manipuladora esta vez, me siento manipulada. Cuando me involucré en todo esto no pensé que fuera tan difícil, pero me tenía que atropellar el mismísimo Julián, y luego llevarme al hospital e invitarme a comer, es la primera vez que me siento nerviosa estando cerca un hombre. Me llevó a un restaurante italiano no sé cómo adivinó, pero me encanta la comida italiana y eso es algo que muy pocas personas saben, por Vanessa hace tantas pastas. - Woo. - Es lo único que sale de mi boca. - ¿Qué pasa? – Pregunta y puedo notar su nerviosismo, como si tuviera miedo a que no me guste el lugar. - No sé como hiciste, pero me encanta la comida italiana. - Digo con emoción y una sonrisa enorme. - ¿En serio? - Me mira con esos ojos que me derriten, oh no, compostura, lo acabas de conocer. - A mí me encanta también. - Entonces o tenemos algo en común o viniste solo para darte un gusto. – Levanto una ceja y él niega varias veces entonces me rio porque es como un niño, él también sonríe y entramos al restaurante. Encontramos una mesa rápido y nos sentamos, una mesera se nos acercó con el menú y ambos pedimos el plato del día, eso nos hace reír de nuevo por la coincidencia, pero unos raviolis caían bastante bien, a decir verdad, tengo que admitir que la comida estaba muy silenciosa hasta que él decidió romper el incómodo silencio que se había formado de repente entre nosotros y que me parecía muy pesado. - Entonces... Virginia, no entiendo que hacías por la constructora, no te había visto antes y por la forma en que ibas, o sea, la dirección, ibas saliendo de la misma. - ¿Es telépata o qué? No, yo diría que era muy obvio. - Si. - Me limito a responder en lo que me ingenio la manera de salir de esta, no puedo dar información. - ¿Por qué? - Lo miro confusa y él lo nota. - ¿Por qué ibas tan enojada? Si se puede saber. - Bueno...- ¿Le cuento o no?, mejor sí, tal vez lo conmueva y me ayude. - Fui a pedir empleo, porque mi madre sufrió un accidente y.… está en sillas de rueda desde hace ya unos meses. – Mentí descaradamente en la última parte, siempre usar el cuento de la madre funcionaba con todo el mundo, así que pronto me largué a llorar dejando escapar algunas lágrimas. - Yo me había quedado a cuidarla con los ahorros que tenía, pero se me acabaron y en la tienda que trabajaba me despidieron por problemas financieros que tenían los dueños, recortaron personal y yo fui una de las afectadas. - Aun no entiendo, por.... - Lo interrumpí porque sabía a donde iba a llegar. - Tú padre me negó el empleo alegando que no tenía espacio ni presupuesto para tener otro empleado, pero sé que lo hizo más porque... - Me detengo él me mira comprensivo y me insta para que siga. - Sé que es porque no tengo "pinta" de empleada, o sea, mi cuerpo distraería a muchos en el trabajo. Me sorprende a mí misma mi descaro para decir las cosas a mi favor, esto es más fácil de lo que parece. - ¡No lo puedo creer! ¿Por qué piensas eso? - Me muerdo el labio antes de responder. - Es lo que me han dicho en las otras empresas, por eso salí tan enojada, estoy cansada de esto, de que piensen que soy una mujer que le gusta llamar la atención de los hombres, es que ¿Acaso es un delito tener un buen cuerpo? ¡Nací así, yo! No tengo la culpa de ser lo que soy. - Digo con lágrimas en los ojos, cada vez me convenzo más de que merezco el premio a mejor actriz. - No tengo la culpa, yo no pedí esto. - Repito fingiendo desesperación. – Yo me quemé las pestañas estudiando y fue muy difícil porque todos me ven superficial y como si fuera una revista, por encima del hombro me ven, pero no ven lo que pasa en verdad, no ven nada, en realidad. - No te sientas así. - Me toma de la mano y de nuevo siento esa corriente por mi cuerpo. - No es un delito, y no te preocupes yo te conseguiré el empleo en la constructora. Es cierto, la constructora no tiene el dinero para otro empleado porque estamos teniendo unos problemas internos, pero yo sé que puedo hacer. - ¿A sí?, ¿Qué? - Lo logré. Celebro en mi interior. - Te voy a contratar como mi asistente, y te voy a pagar la mitad de mi propio sueldo. - Lo miré con el ceño fruncido. – Aquí entre nosotros, es que no me gusta trabajar en la constructora, por lo que el trabajo se me acumula mucho y necesito ayuda con eso. - Confiesa un poco apenado y me parece adorable. - ¡Gracias! - Digo emocionada. - Es lo menos que puedo hacer, después de todo dudo que así... - Señala mi pierna enyesada. - Puedas conseguir empleo. Además, los dos nos ayudaremos mutuamente. Nos pasamos toda la comida entre risas, y al salir del restaurante me llevó a dar un paseo y luego a mi casa, le extrañó mucho que viviera en un lugar tan peligroso como el barrio n***o, pero lo tranquilicé diciéndole que todo el mundo me conoce desde que nací, lo que es verdad. Ya era casi de noche cuando llegué a mi casa y mi madre y Vanessa se exaltaron al verme con el yeso y muletas, pero le expliqué todo y ellas comprendieron excepto por la parte de que tengo una nueva identidad, pero les dije que es solo para trabajar, no le conté la parte de que ahora trabajo para el mafioso más buscado en todo el mundo prácticamente porque eso ya era demasiado. Me fui a mi cuarto para descansar, pero mi tranquilidad se fue al carajo cuando recibí una llamada. - Espero que lo hayas logrado. - Eso bastó para estremecerme por completo al reconocer la voz en la otra línea. - Claro, casi no lo logro, pero tengo suerte. - Le digo muy segura a “El jefe”. Le conté todo lo que pasó y me felicitó, pero me recordó que estoy trabajando para él y no debo desviarme de mi propósito el cual es más de él que mío, pero que se le va a hacer. Al terminar la llamada me fui a bañar y luego a dormir. Mercedes Es increíble lo que puede pasar en un día, casi termino con Julián por una tontería y por eso me siento más estúpida que la más estúpida de la tierra. Hoy me desperté y quise ir a visitar a Julián, pero cuando llegué a su casa su madre me dijo que se había ido a trabajar por lo que pensé en ir a verlo y ayudarle un poco en el trabajo, ya que supongo debe tener mucho por no ir todos estos días. Conduje y cuando casi llego a la constructora veo que hay un grupo de gente en la calle así que me bajo de la camioneta para ver qué pasa y veo el auto de Julián, de pronto creo que él ha tenido un accidente, pero cuando me acerco un poco más logro ver que él está bien, demasiado, ya que está cargando una mujer en sus brazos y la lleva a su auto, no logro ver quien es, pero sé que no la había visto por aquí. La monta en el asiento del copiloto y se marchan, yo me subo en mi camioneta y los sigo pensando lo peor. Pienso muchas cosas en el camino y las lágrimas recorren mis ojos, ya entiendo porque no quería asumir un compromiso conmigo, es porque tiene otra y de seguro lo que hizo fue pedirle matrimonio y por eso la llevaba en brazos feliz de la vida. Todo lo que iba pensando se va de repente cuando veo que doblan hacia el hospital central, se desmontan y colocan a la mujer en una silla de ruedas. Creo que malinterpreté todo. Y así fue ya que Julián llegó a mi departamento y me contó todo lo que pasó sin yo preguntar y eso me hizo sentir que aun confiaba en mí. Pasamos toda la noche juntos e hicimos muchas cosas, entre ellas, hacer el amor, que ya lo extrañaba con él, me sentí amada otra vez por él y eso me hacía sentir que él, Julián Gandara, era el hombre de mi vida y no lo iba a dejar nunca en la vida, por nada del mundo, no iba a permitir que nada, ni nadie nos separara. 
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