Capítulo 15

2132 Palabras
Marcela (Virginia) Es muy difícil enfrentar cada cosa que pasa, cada día de mi vida es una supervivencia, y pensar que algún día fui una niña inocente que no sabía ni siquiera que era un arma y ahora me involucro con los peores tipos del mundo, exagero lo sé, pero para mí es así, mi vida es un infierno, un desafío interminable diario, me gustaría tener los problemas que tienen las mujeres normales, problemas de vestuario, de novios o cualquier otra tontería. La situación de ayer aún no sale de mi cabeza, no puedo dejar de pensar en Julián y lo que pasará luego, tengo miedo de que despierte una chispa en mí que no debería existir. Me hubiera gustado conocerlo en otra vida, en otra vida donde no soy esto, donde soy alguien distinta y con una vida distinta, pero ahora mismo yo debo ser alguien sin corazón, fría, no puedo sentir. Eso me traería graves problemas, muy graves problemas. Gravísimos. Toda la noche me dolió la pierna enyesada, pero más me dolía algo en mi pecho y pensé en renunciar a todo y huir de este lugar, pero recordé las amenazas de “el jefe”, cuando entras no sales, fue lo único que entendí. Ahora me odiaba a mí misma por ser tan estúpida y dejarme convencer, aunque no es como si tuviera muchas opciones. Si no aceptaba de igual forma iba a estar con una daga en el cuello con cada movimiento que hiciera, era más que obvio que me estaban siguiendo donde quiera que iba, no sé desde cuándo, ni tampoco quien, pero si sabía algo, un solo paso en falso que diera y todo se me iría a pique. Ya eran las seis y media de la mañana y no había logrado dormir casi nada, y no por el dolor exactamente, sino por estar dándole vueltas a todo este asunto de mi nuevo trabajo, aunque el dolor sí que no me dejó en paz, pero eso es lo de menos, ya que hablábamos de mi nuevo trabajo decidí que debía prepararme para estar temprano en la empresa y no hacer esperar a Julián, a quien para mi desgracia tenía muchas ganas de ver, así que me fui al baño, Julián dijo que pasaría por mí a las 8:00 así que creo que tengo tiempo, de hecho, demasiado tiempo, pero estaba nerviosa. Me dispongo a salir del baño y a vestirme, me puse un vestido rojo que me llegaba un poco más abajo de las rodillas, una chaqueta negra, me lacié el cabello y maquillé un poco mi rostro, en especial mis ojeras. Para cuando Julián llegó ya estaba completamente lista, él entró y saludó a Vanessa, luego me ayudó a llegar a su auto que por cierto es muy lindo y cómodo. - ¿Cómo pasaste la noche Virginia?... ¿Virginia?...  ¡Virginia! - Siento que me toca la pierna y es cuando recuerdo que así es como me llamo ahora. Estúpida. - Ummm... no muy bien, me dieron algunos dolores en la madrugada, pero luego pasaban. - Sonreí un poco para disimular mi idiotez, que torpe soy. - Estabas muy distraída. - Me sonríe de lado. Si claro, muy distraída. - No.… si, bueno, tal vez. - Torpe, torpe, torpe, me dije a mi misma mientras me abofeteaba mentalmente, las palabras salían atropelladas sin querer y no lo podía evitar. Sin duda alguna estaba nerviosa. ¿Cómo no estarlo con semejante hombre al lado? Estaba tan bueno que me lo comería con pan y café. - Si no te sientes bien podemos dejar esto para otro día. - Pone su vista de nuevo al frente, muy concentrado diría yo. O tal vez, evitando conectar su mirada con la mía, si era eso debía reconocer que lo lamentaba muchísimo. - No, no, ya ansío por empezar a trabajar. - Mentí porque está claro no es cierto ¿Quién estaría ansioso por empezar a trabajar teniendo la cama para dormir? Me quiero dar una bofetada ahora mismo, pero no en mi mente. - Okay, como quieras. - El resto del camino fue en silencio y yo estaba tan incómoda que me revolvía en el asiento sin encontrar forma y cada vez que lo hacia él se reía un poco, aunque tratara de ocultarlo lo noté, es muy malo disimulando y eso me hacía sentir algo de satisfacción. - ¿Qué te parece tan gracioso? - Le digo en tono de regaño, pero con una sonrisa en los labios. - Nada. - Se limitó a responder y se mordió el labio inferior, se ve tan sexy, en serio tengo que darme esa bofetada ¡Marcela concéntrate! – Listo, ya llegamos. - Informó mirándome directamente con esa sonrisa que me sacaba las bragas a volar y yo estaría muy contenta de lanzarlas por la ventanilla ahora mismo. Mierda. - Ya me di cuenta – Respondí serie y desechando todos mis pensamientos lujuriosos, bajé del auto sin su ayuda porque no se la acepté, si me tocaba en ese momento iba a dejar caer mis bragas sin mentir, y nos dirigimos al ascensor. Me siento terriblemente mal por todo lo que estoy sintiendo, soy una mujer que sabe lo que quiere, soy decidida, soy madura, soy totalmente controlada y no suelo dejarme llevar por las cosas, pero en este momento, o en cualquier momento donde Julián estaba presente sentía la sensación de mandar toda mi cordura a volar y dejarme llevar, eso era algo que debía controlar ya mismo. Una vez arriba la puerta de metal se abrió y Julián salió, yo solo lo seguí, aunque varias veces se ofreció a ayudarme como todo un caballero, pero mi orgullo era más fuerte y quería demostrar que podía valerme por mí misma, aunque usar muletas era tan agotador que sentía como me sofocaba. Pude sentir como todo el mundo nos miraba, ¿Acaso soy de otro planeta o eso parezco? solo tengo una pierna enyesada y ando con muletas nada del otro mundo. Julián se detuvo frente a la que creo es su oficina y habló con la que creo es su secretaria, no sé qué fue lo que le dijo, pero ella solo asintió y se fue de allí, Julián entró y yo lo seguí osadamente porque no me había invitado a entrar, pero necesitaba un asiento con urgencia o iba a terminar desmayándome del cansancio. - ¿Ahora qué? - Pregunté al entrar. - Toma asiento y espera. - Me senté en un sillón que había allí lejos del escritorio de Julián y suspiré aliviada de poder descansar mis brazos y mi otra pierna, lo hice disimuladamente para que mi acompañante no se entere de lo mucho que sufría. Un par de minutos más tarde (donde estuvimos en un silencio sepulcral que he tenido la intención de romper, pero me he contenido) escucho que suena el teléfono y Julián lo coge y solo se atreve a decir un "que pase". En eso la puerta se abre y veo entrar al hombre que es la víctima de todo esto, el que debo acabar, el que debo hundir, el que al verme cambia su expresión por una exactamente molesta y seria. - ¿Qué es esto, hijo? - Pregunta con un tono para nada amable y ruedo los ojos. - Esto tiene su nombre, Virginia Morales, y es muy feo referirse a los demás como si fueran una cosa. - Le respondo retándolo. ¿Quién se cree que es para referirse así con respecto a mí? - Tranquila, Virginia. - Julián se interpone, pero puedo percibir como su padre tuerce el gesto molesto por mi atrevimiento. - Padre, toma asiento. - Estoy tranquila. – Digo, pero ellos dos me ignoran. Vaya que sí estaba tranquila, no quieren verme molesta. - Espero que sea buena la razón por la que me llamaste aquí. - Dice Juan Carlos mirándome de reojo. - Padre sé que ya conoces a Virginia, yo la atropellé ayer accidentalmente justo cuando ella iba saliendo de la empresa y no consideré que pudiera conseguir empleo en las condiciones en las que se encuentra por mi culpa así que yo decidí emplearle como mi asistente personal. - Dice Julián sin titubear y sin rodeos. Eso me gusta. - Julián sabes que no tenemos... - Julián lo interrumpe. - Lo se papá, voy a pagarle con mi sueldo. - Juan Carlos no dice nada, solo toma una respiración y masajea el puente de su nariz como si esta situación le estuviese estresando, luego sigue sus sienes y me reconsidero si lo hace por mí o porque en las últimas veinticuatro horas hubieran ocurrido tantas cosas que lo tienen cansado. - No quiero crear ningún problema entre ustedes así que yo mejor me voy y ustedes olviden que me conocieron y todo eso. - Digo tomando mis cosas a duras penas y poniéndome de pie. Solo quería hacerme la víctima, no iba a desaprovechar esta oportunidad por nada del mundo, si hacía aquello era única y exclusivamente porque sabía que Julián no me dejaría ir, se sentía tan culpable que no lo haría. - No, no te vallas. - Julián me detiene justo como esperaba que lo hiciera y sonrío sin que pueda verme. - Hice una promesa y la voy a cumplir. - Virginia. - Juan Carlos nos interrumpe y puedo ver como suspira rendido. - En el caso que dice mi hijo, te puedes quedar hasta que consigas un mejor empleo. - Gra... gracias. - Es lo único que logro decir porque es increíble que haya cambiado de opinión, yo ya consideraba este un caso perdido y había empezado a pensar en otras formas de acercarme a él. - Ya veremos tu desempeño. - Dicho eso Juan Carlos se levanta y se retira de la oficina. - Pensé que no lo iba a lograr. – Digo en un suspiro con sinceridad, de verdad que lo había pensado también. - Mi padre no es tan malo como parece, ya tienes el empleo.  -  Dice Julián con una sonrisa no sabiendo exactamente a lo que me refería, al fin logré entrar, por ahora, ya veré luego como quedarme. Pienso. - Entonces, ¿Cuándo empiezo? - Pregunto con algo de emoción. -  Ahora mismo. - dice Julián mientras me extiende unos papeles. - Te explicaré todo primero, claro está, pero lo fundamental es que te informes de todo para que puedas asesorarme o cubrirme en momentos necesarios. - Entendido. - Me siento frente a él dispuesta a disfrutar de su compañía y aprender, pero la puerta se abre interrumpiéndonos antes de empezar. - ¿Julián? - Entra una mujer bien parecida y pelirroja, al verme su rostro se contrae y mira a Julián con confusión pidiéndole una explicación. - Mercedes. ¿Recuerdas la mujer de la que hablé anoche? - Ella asiente. - Ella es Virginia Morales. - Intento ponerme de pie a modo de cortesía para saludarla, aunque ella no haya pensado ser cortés cuando entró porque ni buen día dijo, pero entonces su mirada enfoca mi pierna enyesada. - No hace falta que te pares, mucho gusto, soy Mercedes Cepeda. - Me extiende la mano, la cual yo acepto sin dudar, no me pasa desapercibido su apellido y siento cierta familiaridad al verla, pero no recuerdo conocerla de ningún lado. - Soy la novia de Julián. – Termina de presentarse y me caen todas las fichas. ¡Oh por Dios! es la hija de Marcos, novia de Julián y le gusta marcar su territorio. - El gusto es mío, señorita Cepeda. – Le respondo con una sonrisa falsa que parece sincera y amable, ella camina hacia Julián y lo besa, ruedo los ojos porque ya esto es demasiado, si yo quisiera te lo quito sin esfuerzo alguno, nena. - Será mejor que me valla, así los dejo trabajar. Solo vine a hablar contigo, pero mejor en la comida, no tengo prisa. – Le sonrío de nuevo como despedida y la verdad me alegra un montón cuando ¡Por fin se va la zorra marca territorio! - Si, nos vemos en la comida. – Responde Julián siempre tan lindo. - Adiós, amor. - Sale y suspiro, ella es molesta tan solo con su presencia. O por lo menos me molesta a mí. Julián me enseñó algunas cosas de la empresa y así pasamos la mañana hasta que llegó la hora de comer y me invitó para ir con él y Mercedes, pero yo me negué, le dije que comería en la cafetería de en frente y así lo hice, no tenía ganas de ver de nuevo a la estirada de Mercedes que apenas la conocía y ya me caía mal, seguro que salió a la madre. Si, debe ser por eso. 
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