A la mañana siguiente, la puerta de los Canarias le dio la bienvenida a la única persona que no estaba enterada del asunto de Sila y que no tenía ni idea de lo que estaba pasando Fernando Fernández, el jefe de Luz. Tocó el temprano por la mañana mientras David y ella se tomaban un café solos en la sala tratando de aminorar el cansancio que tenía de padres primerizos. Luz abrió la puerta del piso y abrió los ojos sorprendida y la cerró de golpe. —¿Qué pasa? — Preguntó David. —Ve y cierra la puerta de la habitación. —¿Qué pasa?— Volvió a preguntar. —Es Fernández, lo olvidé... — Confesó Luz había estado tan ocupada pensando en un plan para adoptar a Sila que había olvidado por completo que tenía un trabajo y que Fernández no sabía de ella desde que había regresado de Oaxaca, perdie