—¡Suéltame! — Gritó Luz cuando entraron a la casa donde ambos se quedaban. El cuerpo de Yesenia ya no se encontraba ahí y se podía ver la sangre que había traspasado el fino colchón. —Luz, escúchame. —¡Cómo te atreves! ¡Cómo te atreves! — Gritó ella mientras se soltaba a llorar.— La niña va a morir de hambre ¡va a morir aquí! ¡No se supone que eres pediatra! ¡Qué amas a los niños! —No confundas Luz, por favor.— Pidió David tratando de tranquilizarse moviendo sus manos para calmarla. Su mente era un caos desde hace horas, la muerte de Yesenia le había cimbrado en muchos aspectos y ahora con la noticia de la abuela diciendo que en realidad no la quiere había derramado todo. —Amor. —¡No! No me digas amor!— Gritó ella enojada. —¡Luz escúchame! ¡Serénate por favor! — Alzó la voz y L