Perdida en la culpa

2061 Palabras

El último sonido que escuché fue la voz de Hillary desde el salón. —Traje lo más que pude —dice, luego suspira— Casi somos de la misma talla. Oigo el gruñido de mi primo en respuesta. —Alan no abrió la puerta —explica ella. Me encojo contra las sábanas al oír su nombre, aprieto los dientes contra mi labio pero ni así logro ahogar los sollozos que siguen escapando de mi garganta cada tanto. —¿Cómo está? —su voz baja de volumen. La respuesta de Marcus es inaudible para mí tal como las siguientes palabras que comparten desde el salón de mi departamento. Soy consciente que usan decibeles mínimos para que no logre escucharlos, por algún motivo inclusive lo agradezco porque mi imaginación ya ha hecho un trabajo excepcional con las imágenes mentales de cómo estará pasándola Alan. Escondo

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