Por supuesto, los últimos días se fueron escurriendo como agua entre mis dedos, trayendo una ansiedad que amenazaba con volverme loca. Aunque no estaba tan segura que el tema de mi boda era lo suficiente para tenerme en este estado, porque aunque quería que mi cabeza sólo estuviera llena con los preparativos y expectativas que tenía para ése día tan importante, había otro asunto que me tenía con los nervios a flor de piel. Peter Roberts. Y no es porque el pedante de mi cuñado haya por fin cedido a preparar la mesa de mini pizzas y cupcakes, ya eso era un hecho del que seguramente estaría plenamente satisfecha; era por algo mucho peor que no hubiese imaginado ni en el más idílico de mis sueños. Peter y Gina. No sólo eso: Peter en serios problemas, mi prima recluida en Canadá, Peter c

