—¿Lista? —mi amiga parece a punto de ponerse a llorar. Detrás de ella noto al resto de mis damas, mirándome con tal emoción que anuda mi garganta. Asiento con la cabeza—. Entonces iremos delante de ti y ya te darán la señal para tu gran entrada. Tu padre te esperará detrás de la puerta al inicio del corredor.
—Está bien —logro decir en un murmullo, con mi voz rota por la emoción—. Finalmente es hora.
—Te vemos adentro, narizona —avisa Hillary pasándome los brazos alrededor. Le correspondo al tiempo que le agradezco su apoyo.
Mi prima y mis otras amigas hacen lo mismo. En fila desaparecen detrás de la puerta de madera.
Inhalo hondo tratando de poner a raya mi torpeza de siempre y concentrarme en llegar de pie hasta el altar donde estaría esperándome mi prometido.
Sonrío ampliamente d
