Hammer parece ni darse por enterado de nada, porque apenas me dispongo a dar otro paso, escucho la voz de mi amigo alzarse alegremente. —¡Leilah! —dado que estamos en un hospital y él lo sabe, me limito a rodar los ojos ante su efusividad. La interpelada se vuelve hacia nosotros haciendo una mueca. Hammer sonríe amablemente, yo me quedo a su lado viendo como ella se acerca lentamente hacia nosotros, se nota estresada y trata de disimular que no está mal, acomodando su cabello detrás de la oreja. Parece querer salir corriendo de un momento a otro de manera imperiosa, sospecho que es por mí. Paso saliva con dificultad. —Lamento mucho el accidente de Alan, Leilah —comenta el doctor Hammer con una sonrisa. Ella asiente con su cabeza, notándose ligeramente incómoda. —Pero quita esa cara

