Mason Rimmer Leucemia… Esa palabra se repite en mi cabeza una y otra vez. Mi cerebro trabaja lo más rápido posible tratando de recopilar toda la información que sé acerca de esta enfermedad, mientras miro al niño que tengo enfrente de mí. No puede ser real, no lo creo, me cuesta hacerlo. Un nudo se me forma en la garganta y trago grueso para no echarme a llorar. —¿Desde cuándo? —mi voz suena débil. —Desde hace unos meses, cuando todo comenzó a salirse de control —su voz sigue destilando rabia y la dejo, merezco que me odie, incluso, yo mismo me odio por todo lo que pasó. —¿Él… ? —dejo la pregunta a medias porque ni siquiera soy capaz de formularla. Ella me entiende, no deja de acariciar el rostro de su hijo mientras me habla. —No lo sé —su voz se quiebra—, hemos hecho lo que se