Capítulo 6:

2635 Palabras
Kellan: Acababa de llegar del trabajo cuando vi el Audi de Wade en la puerta. Junto con una camioneta Hilux donde ellos traían algunas maletas. Bueno muchas maletas. Era obvio que ella tendría muchas maletas. Estúpido Kellan. Ella es Ximara Zeklos. Ella tiene padres millonarios y como tal, ella va a ser muy mimada. Salí del auto y saludé a Wade Zeklos. El hombre era realmente grande e intimidante, pero calmado y frío, bueno al menos cuando no se trataba de su pequeña un cuarto humana, un cuarto hechicera y medio loba, pero lo comprendía o al menos podía intentar hacerlo, si algún día tenía una hija estaba seguro de que iba a ser mil veces más sobreprotector. -Hola Foy. Ella está aquí- dijo mientras me alejaba de una Alice llorosa y una Ximara estoicamente seria- Ella está aquí y si tú vas a ser un cabrón egoísta que solo piensa en su placer y bienestar yo mismo la obligare a rechazarte. Y no creo que a alguien de tu manada. La gran manada de Wolfland les guste un alpha rechazado- se burló - Ella no es mi sangre. Pero ella es mi hija y si tu la lastimas. Pienso hacer que se vaya lo más lejos de ti y ya sabes que significaría eso. No creo que quieras morir. Así que cuida de mi pequeña- advirtió y me indico con la mirada que abriera la gran puerta de madera. -Hola Kellan- saludó secamente Xio¿En serio Kellan? ¿Xio? ¿Qué pasa contigo? -Bienvenida a Lakewood Snow Xiomara - le indique mientras sonreía-Bienvenido a mi casa Alice- le sonreí a la bella mujer. -¿Casa? Esto es un puto palacio en medio de bosques, nieve y de la nada ¿Seguro que no es esto propiedad del gobierno canadiense? -inquirió. -No. De hecho la compré hace unos cincuenta años y data del siglo dieciocho. -Bien. Que impresionante casa. Te pudres en dinero...Ahora... ¿Puedo pasar? ¿O es que se te olvida que yo no soy una mujer loba y que yo sí puedo romperme la columna al cargar demasiado peso? - me sonrió. Hija...de... Miré a su padre significativamente. El simplemente se encogió de hombros y dijo: -No me mires a mí, cada quien cosecha lo que siempre Kellan -y cargó la gran maleta que Xio traía sobre los hombros. Dios ella era tan delicada a pesar de lo fuerte que se veía. Ella no era una mujer loba y probablemente ella podía morir. La realización de esto me espantó. Si ella moría. Yo moría. Ellos pasaron y dejaron las cosas de Xio en la sala. Se despidieron de ella dramáticamente como harían los típicos humanos y después de lo que me parecieron horas; y una mirada de advertencia de Wade y amenazas de cortar mis pelotas por parte  de Alice si lastimaba a su Bebe ellos se fueron y por fin...Me quedé a solas con Xio. Ella miró todo el lugar con detenimiento. -¿Y bien? ¿Cuál será mi habitación? - preguntó después de soportar estoicamente las lágrimas de su madre. -¿Esas son todas las maletas?- pregunté curioso al solo ver cinco de ellas. -¿Esperabas más? No Kellan, no soy una snob como tú - inquirió- A diferencia de ti. Ellos no son mis padres. Por mucho que desearía que lo sean. Además mi madre vivió en una de los bosques más difíciles e inaccesibles del mundo. Puedo arreglármelas con agua y algo de comida. -¿Y tu celular? ¿Laptop? ¿Twitter? ¿No hacen eso todos los adolescentes? -pregunté y sabía que estaba frunciendo el ceño. Si fuera posible ya tendría la frente como un mapa medieval. -Mira Kellan. No quiero escuchar tus prejuicios de mierda. Me importa un carajo. No estoy cortada con la misma tijera que los hombres lobos. Esto de la transformación es agotador. Me duele todo el cuerpo ¡Siento como si los huesos se me fueran romper! ¡Sólo quiero una maldita habitación! -gritó y sus ojos comenzaron a ponerse rojos. Sin pupilas ni iris. Totalmente rojos. Era realmente impactante. -Tu...tus... Ojos- tartamudeé. -Se ponen así cuando estoy demasiado enojada y volverán a ponerse del mismo color hasta que logre sacarme estos zapatos y el maldito brassier-dijo subiendo una maleta roja de algún diseñador. Abrió las puertas de cada uno de los ocho cuartos como alma que lleva el diablo y entró al que de hecho era el más pequeño y estaba más alejado del mío, cerró la puerta de un portazo. Estaba dirigiéndome hacía su habitación para decirle unas cuantas cosillas cuando recordé las cámaras. Y me dirigí hacía la sala de monitoreo. A esa chiquilla había que enseñarle modales pensé. Abrí la puerta con el código de seguridad. Mi huella y luego entré en la encriptada habitación del sótano. Ella estaba allí. Estaba llorando mientras intentaba sacarse los pantalones que llevaba. Los jaló una vez más y cayó de trasero al piso. Finalmente logró sacarlos completamente quedando en unas simples bragas de algodón blanco. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal... Pero no podía evitarlo, uno, porque era un maniático del control y dos. Porque, no lograba entenderla. Un momento ella lucía como si fuera a romperse y al siguiente era una versión de Xina rubia y mucho más guapa. Se quitó el gran y pesado abrigo que llevaba y decidí que era mejor darle su propia privacidad y dejar de ser un maldito voyeur... Pero mierda... Que piernas Xio. Xio: Era un puto insensible de mierda y no merece tus lágrimas Ximara Zeklos. No las merece así que... ¡Espabila muchacha! Me limpié las lágrimas y me quité los pantalones. Malditos pantalones. Maldito dolor de cuerpo. Malditos todos, sobretodo Kellan Foy-Deux y el palo que le metieron en el culo y absorbió todos sus sentimientos. Me quité la ropa. Quedando solo en una limpias y cómodas bragas de algodón y me eché en la cómoda y suave cama. Como era de esperarse el solo podía tener edredones de plumas. Almohadas de plumas y el palo en el trasero. Todo con la etiqueta de lujo del señor Foy-Deux. Su apellido me recordaba al disco de Fall Out Boys. Sonreí y me dormí pensando en Nueva York y el concierto al que fui con Josh. Amo Fall Out Boys. Me despertaron uno golpes en la puerta y una sonora maldición. -¡Levántate Ximara! -gritó el señor palo en el trasero. Aunque ahora que lo pensaba. No era un palo. Era un puto bate de béisbol lo que él tenía ahí atrás. -¿Quieres callarte demente? — le grité. -¡Llevas durmiendo desde ayer en la tarde y son las siete y media de la mañana te dormiste exactamente doce horas! - chilló como una cacatúa dando vueltas por el que ahora era mi dormitorio. - Perdona si incomodé al señor Foy-Deux pero me duele todo el cuerpo y no es lindo para mí cada que mis ojos se tornan rojos.De hecho es peligroso —confesé. -No me interesa. Tuviste tiempo de descansar anoche. Ahora levántate que he decidido que ya que no quieres estudiar. Pues puedes trabajar conmigo. Iremos a la oficina y de camino compraras algo en Mae West. Sirven muy buenos desayunos allí. -¿Que no quiero estudiar? ¡Me estas criticando tu pedazo de estirado que tiene un palo de béisbol metido en el culo y por eso se creen mejor que el resto? ¡Señorito hijo de universidad de la Ivy League ¡Tengo una jodida beca para MIT! ¡Pensaba irme para allá justo después de esa cena! -mentí pues todos sabían que en Massachussets nadie podría protegerme. Si estoy aquí es por tu padre y tu madre que a diferencia de ti. Son gente buena y decente  me lo pidieron — grité entrando hacia el baño con algo de ropa limpia de la maleta. Además no pienso trabajar dónde está esa Delphinne. No pienso aceptar que ella se ría de mí. Sé que supuestamente cuando tienes un mate. Este debe besar el suelo que caminas y nosotros dos. Pues... Ni una charla decente podemos tener. Espero no encontrármela - exigí. -No tienes derecho a exigir nada- contestó entre dientes. Bótala porque no soportaré que se burlen de mi. Realmente no me importa que te acuestes con ella. Si quieres hazlo aquí mismo delante mío pero hechicera o no. Ni creas que voy a aguantar humillaciones de unos estúpidos lobos y de un alpha tan hijo de puta como tú. Contesté cerrando la puerta del baño llorando desconsoladamente. Yo no iba a poder aguantar mucho tiempo esto. Ni siquiera por mi propia seguridad. Kellan: Estaba empezando a descubrir que Xio debía tener mucho más de su madre de lo que todos pensaba ¡Dios que carácter el de esa rubia! Ella y yo estábamos yendo hacía Foy's Company. Delphinne no se había tomado nada bien el hecho de que encontrara a mi Luna. Porque eso era lo que Xio era. Mi luna. No mi mate. Yo no estaba dispuesto a dejar que una mujer me dominara. Era cierto que mi madre y mi padre son felices hoy en día. Pero en las luchas de poderes las mates son simplemente una debilidad... Aún recuerdo las veces en las que mi padre tenía que luchar contra otros paquetes sin saber si volvería a ver a mi madre. Sin saber si ella se encontraba herida. Es ahora que yo tomé su puesto que ellos recién pueden disfrutar de lo que los humanos llamarían un matrimonio. Es por esto que mi hermana estaba lejos de aquí. En Parsons. Ella no quería pertenecer a esta manada. No quería ser una chica a la que podían torturar con tal de poder lastimar a su padre y a su hermano. Ella estaba en Nueva York y si bien era cierto su vida aún lejos aquí no era como ella esperaba. Tenía a dos de nuestros mejores rastreadores cuidando de ella las veinticuatro horas del día y ser perseguida todo el día por dos hombres de veinticinco años de dos metros y tan fuertes como lo sería La Mole de existir realmente no era la mejor de las vidas. Pero al menos de esta forma ella obtendría un trozo de esa libertad que nos fue quitada a mí y a cualquier persona cercana al alpha. Mi padre es una persona sumamente cariñosa, jovial y sobreprotectora. Es justamente por esta razón que nos trata con tanta frialdad ante los ojos de los demás. Si la gente cree que no le importamos todo será mucho más fácil. Realmente me dolía la cabeza horrores por los vasos de whiskey que me tomé ayer pensando en Delphinne. Ella había terminado conmigo. Al parecer no era tan fría e indiferente como ella intentaba aparentar y no aceptaba la posibilidad de ser la amante del alpha.  Ella no quería interponerse entre la seguridad de toda la mañana por buen sexo. Esas fueron sus palabras exactas. Maldita rubia de ojos azules y pechos de diosa la que llevaba a mi lado. Ahora no tenía secretaria. Ni amante. Y en cambio tenía una chiquilla que tenía el cuerpo más espectacular que había visto en mi vida. Unos labios nacidos para estar en todas las partes pecaminosas del cuerpo de un hombre y el carácter que sólo una amazona podía tener. Ella tenía muchas cosas de su madre. Ese porte elegante y ágil. Ella no era realmente alta. Debía tener alrededor de uno setenta. Lo que hacía que le llevara unos treinta centímetros. Pero yo estaba acostumbrada a las mujeres muy altas. Era un patrón muy común que los exterminadores sobrepasáramos los dos metros debido a los duros entrenamientos llevados a cabo. Ella iba callada todo el camino mirando por la ventana. Me preguntaba: ¿Como se tomará el saber que ocuparía el antiguo lugar de mi amante en la empresa? Sonreí sabiendo que esa preciosura iba a estar molesta como en infierno. Ella empezada a ser sumamente entretenida. Excepto cuando lloraba a moco tendido. Ahí resultaba sumamente molesta. Quiero que al entrar actuemos como dos personas completamente enamoradas. Sonreirás  bobamente como si bebieras los vientos por mí y yo haré lo mismo. Ya se corrió el rumor de que eres mi mate. Y que todos los de este lugar están obligados a protegerte. Excepto algunos humanos que trabajan aquí, ellos no tienen ni idea de quienes somos así que no creo que nadie quiera hacerte daño. Si te preguntan tus eres una simple humana que Alice y Wade adoptaron cuando tenías un año. No digas que eres brasilera por nada del mundo o podría haber alguien que sea demasiado curioso y ate cabos. Para el resto naciste en Lima, Perú y te recogieron de un albergue. De pequeña sufriste de asma. Es por eso que algunas veces te sientes enferma y adolorida. Por favor Xiomara, sé que no nos llevamos realmente bien pero esto es por tu seguridad -Le susurré mientras aparcaba al lado del gran edificio. Ya empezaba a nevar y al parecer ella no estaba acostumbrada a tanto frio. New York no se comparaba en absolutamente nada a Wolfland. Aquí a uno se podían congelar las bolas si uno no las usaba seguido. Ella ni siquiera era capaz de mirarme. Nunca una persona me había hecho sentir tan impotente. -¡Ximara te estoy hablando! - le grité mientras tomaba su mano-Es cierto que estoy siendo un cretino pero entiéndelo me cuesta acostumbrarme a tener a alguien a mi lado. Soy una persona independiente. Que odia las ataduras. Las complicaciones y los sentimientos que las conllevan. Necesito que finjas bien allá afuera porque ahora para todos ellos eres su luna. Has esto por mí y prometo intentar ya no pelear tanto contigo- le confesé abriéndole la puerta del coche. Ella me miró airosa. Y entró con toda la gracia de la amazona que era ataviada en su conjunto n***o en el que lucía preciosa. Tomó mi mano y saludó al portero que nos dejó ingresar. No sin antes saludarnos amablemente. Me llevó hacia un lado de la recepción de la compañía y hablo. -No soy una mujer intratable Kellan. De hecho soy alguien bastante respetuosa y amable. Es solo... Que tu sacas lo peor de mí y pues... Te voy a ayudar a llevar a cabo esta farsa pero lo único que pido a cambio es tu respeto y que no me juzgues sin conocerme...Tú no tienes una idea de todo lo que he pasado así como yo no sé por qué eres tan cabrón como lo eres. Solo voy a intentarlo. Pero dame mi lugar o esta farsa terminará conmigo rechazándote y vengándome. Eres una persona sumamente orgullosa. Soy perfecta lastimando a este tipo de personas - dijo con una sonrisa malvada en los carnosos labios. Ella era una maldición. No sabía porque me molestaba tanto que se negara y peor aún. Que llamara esto una farsa. Así que le iba a demostrar cuan bueno podía ser estar farsa. La tome fuerte de la cintura. La acerqué a mí, cogí su cuello con una mano y con la otra su cadera y la besé. Mierda. Había esperado mucho para hacer esto. Ella era simplemente deliciosa y ¿Saben que era lo mejor? Ella me estaba correspondiendo de la misma manera. Con la misma pasión a pesar de sentir que estaba sumamente nerviosa y no saber que exactamente estaba haciendo. Fue ahí donde la realización llegó a mí... Este era su primer beso. Y si estaba siendo igual de caliente que para mí. Era el mejor primer beso de toda mi vida. Mordí suavemente su labio inferior cuando un gemido ahogado salió de su boca y la solté suavemente.
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