Los gritos desgarradores de mujeres y niño*s inundaban los oídos de Harald, jamás le gustó ser tan desalmado, tan cruel, pero era algo que no podía evitar, fue criado de ese modo, fue educado entre bestias, para él la muerte no era un castigo o algo de que huir, algo a que temer, para él la muerte era la gloria misma. —¡Traidores!. La reina de Mercia gritaba y apuñalaba a los hombres que ya estaban sin vida en el suelo, era hermosa, pero demasiado loca, inclusive para Harald resultaba algo extraña. Harald había llegado a un acuerdo con el rey de Wessex, ayudaría a la reina de Mercia a retomar su poder, y a cambio el rey le ayudaría en su cometido, aunque Harald estaba seguro de que lo iban a traicionar, para él los ingleses eran de ese modo, poco confiables, el rey de Wessex no tenía ta