>
"La felicidad y el amor llega cuando uno menos se los espera".
Es lo que siempre solía oír en algunas personas que era felices, pero yo no lo era, no hasta que conocí a Bruce.
Antes de conocerlo, vivía enfocada en culminar mi carrera en la universidad y por ello hice aún lado al amor pues, solo sería un estorbo para mi meta que faltaba poco para cumplir.
Pero jamás me esperé que encontraría al amor en mi nuevo jefe quien también decidirá si paso mi pasantía o no, conocerlo ha hecho de mi vida un desastre, al intentar concentrarme en mis deberes, el invade cada rincón de mi mente mientras lo escucho decir:
"Me enamoré de ti desde el momento en que te vi".
Palabras suficiente para que mi corazón partiera desenfrenadamente loco por él, y eso me preocupa porque no quería involucrarme con alguien que posiblemente podría arruinar mi futuro aunque ya ahora es demasiado tarde para poder retractarse.
—Buenos días mi bello Ángel —sus labios sobre los míos me toman por sorpresa.
—Buenos días Bruce.
Tenia al menos dos mes saliendo con Bruce y ya no podía negar que me había enamorado de él y ahora solo deseo ser feliz a su lado y eso que antes no planeaba un futuro con un hombre a mi lado.
—¿Dormiste bien?.
—Más que bien —sus brazos rodean mi cintura con una sonrisa descocada. —¿Lista para nuestro fin de semana?.
Anoche hablamos, y por decisión de ambos pasaremos un fin de semana juntos y jamás en mi vida había pensando en la posibilidad de entregarme a un hombre porque mis sueños es hacerlo cuando este casada con el hombre de mis sueños.
Podría decir que ya se me hizo realidad un sueño que quería realizar después culminar mi carrera como diseñadora gráfica y luego tener un trabajo estable, pero ahora mi vida dio un giro de noventa grados, Bruce es todo lo que deseo de un hombre, atento, cariñoso aunque aún falta un pequeño detalle.
En fin, después de haberlo pensado mucho he decidido entregarme a él este fin de semana que estemos a solas y hoy era el día en que partiríamos a su casa de campo.
—Por supuesto, estoy más que lista.
Ahora sí creía en el amor a primera vista pues yo lo viví al conocerlo cuando salía del baño. Tres horas de viaje lo que nos tomó para llegar a una hermosa cabaña rodeada completamente de vegetación y bosque.
—¡Esta hermosa!. —chillé feliz. —Es más lindo de lo que pude imaginar.
—En esta cabaña, mis padres nos traían a mi y mi hermana Madeleine cuando éramos pequeños.
—¿Tienes una hermana?. —Me tomo por sorpresa y el asiente sonriendo tan encantador y seductor como siempre. —¿Que edad tiene?.
—Veinte años.
—¡¿Que?!. —dije alterada pues yo tenía esa misma edad. —ahí no!!.. Bruce, que van a decir tu familia de mí y ..
—Oye, oye, —me besa castamente. —Ellos no deciden mi felicidad, y sabes porque. —Y yo niego preocupada. —Porque mi felicidad eres tú. Así que no te preocupes, el día en que te presente con ellos yo no dejaré que nadie te opaque mi bello Ángel.
Amaba oír el dulce y hermoso apodo que me dio, incluso me reía porque no sabía de dónde había sacado eso de que soy perfecta como un Ángel, al igual que todos tengo defectos y muchos.
—Vamos, hay que entrar, esta anocheciendo y durante las noches suele ser muy frío este lugar.
Al salir del auto Bruce se encargó de nuestro equipaje y minutos después ya estábamos listos para poder cenar así que me tomé la libertad de cocinar por primera vez para un hombre e hice mi mayor esfuerzo.
—Por favor, dime si es de tu agrado la cena.
No quería probar ni un bocado sin antes saber que lo que preparé fue de su agrado, y mientras no sepa su opinión, mis nervios estarán a mil y mi apetito disminuirá.
Tengo que ser sincera, jamás en mi vida he preparado algo, ni siquiera para mí, siempre comía las sobras de los restaurantes para los que trabajé como mesera, pero ahora que tengo la dicha de tener a un novio tan lindo como el tenía que aprender.
—Esta delicioso. —mi rostro se ilumina y el alivio me invade al saber su respuesta. —¿No comeras?.
—Por supuesto —sin evitarlo, me quedo observándolo mientras disfruta de la cena que preparé con tanta dedicación y amor. Pero ahora me preocupaba algo. —Bruce..
Deja de comer al escuchar que lo llamo, nuevo mis dedos incómoda al no saber como decírselo, al pensarlo detenidamente suspiro en rendición al no tener el valor de decírselo.
—¿Como son tus padres?. —al ver la agria expresión de su rostro palidecí al imaginármelos. —No me digas que..
—Puedes servirme más, por favor.
Era más que obvio que no deseaba si quiera tocar el tema y eso me alteró al punto de perder todo mi apetito. Si, ahora sí debía preocuparme, los padres de Bruce no iban a probar nuestra relación y todo por el estatus social.
Tomo su plato y le sirvo un poco de más de todo, me sonríe mientras toma el plato con la comida extra que le servi, muevo mi tenedor al ver que esta relación será un reto demasiado difícil.
Sabia que nuestra relación tendría muchos problemas pues el era un hombre de buena posición social, en cambio yo, soy huérfana y toda mi vida me la pasé viviendo de casa en casa ya que jamás nadie quiso adoptar a una chica adolescente, según ellos, seria problemática.
—Carly..
Al escuchar la voz de mi novio reacción y salgo de mis pensamientos —¿Estas bien?. —toma mi mano al verme ausente.
—Bruce, Creo que nuestra relación no va funcionar.
—¿Qué, porque dices eso?, ¿Acaso yo..
—Bruce, sabes porque lo digo, la verdad es que no debí..
—Mi Ángel, tu eres todo lo que necesito y deseo —toma mi mentón para que lo vea. —Yo no deseo a otra mujer, siempre fuiste tú desde el día en que te vi, incluso hasta mi compromiso fallido me hizo entender que nadie podía tomar tu lugar a mi lado.
Ladeo una sonrisa triste pues como siempre, sus palabras son incluso más dulces que la miel, también dulces que me hacía creer fielmente en sus palabras sin dudar de ellas, en verdad yo deseo que esto funcione pero soy demasiado cobarde para luchar por este amor que parece imposible
—Sabes que te amo. —Sonríe con ternura al verme. —Olvida lo demás y no arruinemos nuestro fin de semana.
A veces dudaba de esas palabras: “Te amo". Era demasiado pronto para precisamente el las dijera con tanta ligereza cuando debía ser yo en haberlas dicho primero, por supuesto que yo lo amo, pero temo que este amor sea tóxico y dañino para mi vida.
—También te amo. —no puedo evitar llorar pues hemos pasado tanto tiempo juntos que se había convertido en mi única familia. —Y no quiero perderte, —Sollozo mientras mis lágrimas salen a brotes —No quiero.
Me abraza al verme frágil y temerosa, aún no le dicho nada sobre mi vida porque no quiero que crea que soy una caza fortunas en busca de alguien que me mantenga porque eso no es lo que yo buscaba.
Sabia que el hacerme su novia pondría en riesgo mi futuro y mi carrera universitaria, mi vida estaba en una balanza que solo apunta a que perderé todo en vez de ganar.
—Eres mi única familia.. —musito y el me aleja confundido.
—¿Por qué dices eso?.
Bajo mi cabeza y niego de inmediato mientras musito que lo olvide acompañada de una fingida sonrisa que disfraza el dolor en mi pecho al imaginarme que me llegara abandonar o incluso usar después de entregarme a él.
—Mi bello Ángel, —ladea una sonrisa. —Tu no serás mi familia. —Un agudo dolor se instala en mi pecho. —Tu eres ahora mi familia. Míranos solo somos tú y yo.
Supongo que tiene razón, ahora solo somos el y yo y es lo único que debe importar ahora, acaricio su mejilla con mi pulgar, nuestras miradas se conectan nuevamente mientras nuestros labios se unen un profundo y tierno beso que fue subiendo de intensidad, la ropa fue desapareciendo, me carga en sus brazos hasta llevarme a la habitación que compraríamos juntos, sus besos eran los mejores, sus caricias me envolvieron en un deseo intenso por entregarme a él.
—Se que jamás has estado con un hombre y..
—Si eres tú, no me importa, quiero hacerlo porque te amo.
—Pero..
Lo callo con otro beso mientras lo despojó de su camisa para que no se detenga y continúe con lo que ambos deseamos que es entregarnos mutuamente y ser uno solo aunque sea por unos instantes.
Unos besos constante sobre mi espalda me hacen despertar con una sonrisa, me sentía plena, llena de vida y ya no me sentía sola como hace años en cambio me sentía protegida y segura con el a mi lado.
—Buenos días —murmuró con una sonrisa mientras me doy la vuelta para encontrarme con unos ojos negros tan hermosos e intimidantes.
—Buenos días —besa mis labios. —aún durmiendo te ves hermosa.
—Anoche fue la mejor.
—¿Así?. —se acomoda sobre mi. —Entonces esta mañana también lo será. —eleva ambas cejas haciéndome reír porque era gracioso verlo hacer eso.
Mis brazos se enredan en su cuello y lo atraigo más a mí, sentir el aroma de su fragancia me hacía sentirme relajada, y totalmente sumisa ante sus caricias y besos.
Sus manos se cuelan nuevamente por debajo de las sábanas acariciando cada rincón de mi cuerpo, mis ojos se cierran disfrutando de la placentera caricias que producen sus manos.
—Oye.. —me río para que me deje descansar. —Necesito un poco de descanso.
—Un poco más —murmura entre risas. —Un poco..
Ambos nos levantamos enseguida al escuchar ruido afuera, estábamos solos y nadie sabía de nuestra ubicación además, Bruce me aseguró que nadie vendría en estas fechas a este lugar pues eran vísperas y su familia estaría en Londres.
—Iré a ver que sucede..
Se coloca un pantalón más cómodo y asustada veía que saca un arma de su meza de noche preocupándome aún más de que estemos en peligro.
—No salgas hasta que vuelva.
—Ten cuidado. —me besa antes de salir.
Asustada me visto y tomo la lámpara que estaba encima de la meza, mis manos tiemblan y mi mente solo ruega que Bruce se encuentre bien y que no le haya pasado nada, el silencio me abruma y ya mi mente me gritaba salir para ayudar al hombre que amo.
—¡¡Bruce!!..
Lo llamo preocupada de que le haya pasado algo, quería salir pero su voz en mi cabeza pidiéndome que me quedara en la habitación hasta que el vuelva me impide hacerlo, me acerco a la puerta para poder escuchar algo pero no escucho nada.
—¡¡B-Bruce!!..
Unos pasos acercarse me alertan de que alguien se acerca, asustada sujeto la lámpara con fuerza esperando lo peor.
Un grito se escapa de mi al ver que la puerta es abierta, al ver a bruce corro a su brazos al ver que no le había pasado nada y que se encuentra bien o es lo que yo creía.
—¿Estas bien?. —pregunto al verlo.
—Prepárate por favor —murmura con un deje de preocupación en su voz.
—¿Qué pasa?.
—Solo haz lo que te pido..
Comienzo a preocuparme por la expresión agria de su rostro, porque tanto misterio, porque no me quiere decir que fue lo que pasó, ¿acaso mató al intruso?.
Acatando su petición, me preparé, tomé una ducha y busqué algo de ropa en mi equipaje que por cierto no desempaque por el motivo de anoche, como siempre usé mi maquillaje básico.
Al verlo listo también me acerco y el acuna mi rostro en sus manos para poder besarme, al sonreírme me doy cuenta que la calidez de su sonrisa habitual no está así que le pregunte nuevamente.
—¿Qué pasa?, ¿Por qué traes una cara de espanto?.
Se aleja de mi, mientras pasa sus manos por su rostro y su cabello hasta sentarse a la orilla de la cama, me mira con fijeza y agriedad.
—Mi madre, está aquí..
—¿Es una.. broma?..
—Está afuera y sabe que no estoy solo.
—¡Pero tu me dijiste que ellos estaban en Londres!.
—Al parecer ella se retractó de viajar a última hora al ver que este año no iría.
—No, no, no..
El alma abandona mi cuerpo dificultando mi respiración, mi cuerpo es recorrido por un frío espantoso al saber que la madre de Bruce está aquí