Al día siguiente, el príncipe se despertó muy temprano, se sentía culpable y no era capaz de mirar a Catalina a los ojos a sabiendas de lo que sucedió la noche anterior, de modo que el hombre se fue de allí hacia su oficina mucho antes de que Catalina pudiera despertar, además, dejó una nota con sus sirvientes para que nadie pudiera molestarlo en su oficina. Ni Catalina, ni la reina ni mucho menos Sofia, a quien Benjamín definitivamente no deseaba ver en lo absoluto.
–Señora Catalina – dijo una de las sirvientas mientras tocaba a la puerta de la mujer.
Catalina abrió los ojos con pereza, se los rascó y entonces quiso buscar el cuerpo de su futuro esposo, pero se llevó una sorpresa desagradable al darse cuenta de que estaba completamente sola allí en aquella habitación.
–Adelante – di
