Capitulo 4/Todo o nada.

2008 Palabras
— Agenda una cita con la señorita Elizabeth James. — le pedí a mi secretaria mientras me disponía a entrar a mi oficina. Había pasado la noche en vela, no podía dejar de pensar en ese simple beso que compartí con Bett, había sido casto, simple, sin embargo sentí mucho más de lo que haya podido sentir con otra mujer, me preguntaba que sería. El teléfono sonó sacándome de mis pensamientos, era mi secretaria. — Si... — Señor, la señora Elizabeth le dejo dicho que estaba viniendo para acá... — Si... Continúa, se que no es lo único que dijo por el tono que usas. — Tiene razón, señor. Dice que viene con su hermano, que ya sabe la noticia. — ¡Diablos! Por favor, tan pronto sepas que están aquí, hazlos pasar, no los dejes esperando. — si señor. Colgué el teléfono, despeine mi cabello en un gesto desesperado. El hermano de Elizabeth; el puto Oliver James me odiaba, y ahora estaba aquí. ¿Elizabeth le había contado de nuestro compromiso? ¿Le diría que era una farsa? Si él sabía que era una farsa mi oficina se convertiría en una batalla campal. Oliver era el hermano más sobreprotector que podía conocer, cuando se trataba de sus hermanas él se volvía loco, especialmente cuando se trataba de Elizabeth, su hermana menor. Él nunca aprobó nuestra amistad, Bett lo mantenía a raya, pero imaginaba que está vez no podía, porque con algo tan grande ella no podía callarse, si no se lo contaba a tiempo sería peor, Oliver podría arruinar nuestros planes si se lo proponía. Escuche gritos afuera y un estruendoso golpe, estaba seguro de que algo había golpeado el piso, lo que me hizo saber que ya estaban aquí, arregle mi traje y respire profundamente antes de salir de mi oficina, mi secretaria se encontraba en una esquina con las manos en la boca por la sorpresa, su escritorio estaba patas arriba, literalmente, Oliver había volteado el escritorio con todo lo que tenía encima, Bett trataba fallidamente de hacerlo entrar en razón. Carraspee. Todos los presentes se giraron hacia mí, la mirada furiosa que Oliver me regaló me hizo anticipar a sus actos. — ¿Sigue comportándote como un troglodita, Oliver? — Oliver me miró con odio. — deja de desquitarte con Jessica, la pobre solo trabaja para mí... — me orille de la puerta para que pasaran. — ahora, sí gustan, pueden pasar. — Oliver asintió y paso por la puerta dándome un fuerte empujón, seguida de él pasó Bett que me miró con un gesto de disculpa en el rostro. Fui directo a mi asiento. Oliver no se sentó, camino hacia mi escritorio y puso ambas manos sobre mi escritorio, frente a mí. Lo miré con un gesto tranquilo. Sus gestos seguían siendo los mismos, mantenía la misma expresión de ira. — Más te vale que empieces a hablar, Franco Giordano, sino yo sí te haré hablar, a las malas... — Oliver, basta, déjalo hablar, y por favor siéntate. Si alguien se entera de lo que hiciste podríamos llamar la atención de la prensa... — le dijo Bett a su hermano. — Perfecto, mucho mejor, que la prensa se entere de lo que quiere hacer este tipo contigo. — dijo volteando a ver a su hermana. Bett negó con la cabeza, acto seguido se levantó y jalo a su hermano al asiento de al lado. — Dale la oportunidad. — Oliver suspiro frustrado pero aún así asintió. — Bien, solo porque tú me lo pides, ponquecito. — el apodo cursi y a mi parecer ofensivo de Oliver le fastidiaba tanto a Bett como a mí. Bett forsó una falsa sonrisa. — Díselo, Fran. — me pidió. — Bett y yo firmamos un contrato de matrimonio. — pude ver cómo Oliver apretaba la mandíbula y los puños. — tranquilo, no afectara en nada los bienes de ninguno, de hecho Bett será recompensada de mi parte por su favor. — Oliver se acercó agresivamente a mí y me agarró del cuello de la camisa. — ¿Acaso crees que los bienes de mi familia es lo que me importa? Imbécil. — soltó. — ¿Acaso pensaste un minuto en lo que Bett sentía? Tú te quedarás con todo lo querías, pero mi hermana será la última víctima de Franco Giordano, la tonta e inocente Elizabeth James, divorciada de Giordano, ¿Acaso pensaste en como la atacará la prensa? — suspiré. Eso no lo había pensado. — ¡Ya basta, Oliver! Yo sabía a lo que me atenía por eso yo misma hice un nuevo contrato y se lo presente a Franco, contrato que él firmó. — Bett puso una carpeta sobre la mesa, su hermano y yo la miramos sorprendidos, yo no recordaba haberlo firmado, de hecho estaba seguro de que no lo había hecho. Oliver abrió el contrato. — Bett aquí dice que si no cumples con todo lo estipulado en el contrato, entregaras tu parte de industrias James. — Bett asintió. No quería parecer tan impresionado pero no lo pude evitar. Le quite el contrato a Oliver y le eche una ojeada, no lo había hecho antes... Oliver me miró furioso. — ¡Todo esto es tu culpa, maldito! ¡Mi hermana está dispuesta a renunciar a su herencia por tu culpa! Con lo que le ha costado... — Bett... ¿Por qué? — pregunte sorprendido, ignorando a Oliver. — porque, sabes cómo soy en los negocios y si yo misma no me pongo estas condiciones, no lo cumpliré, no sería un reto. — ella tomó el contrato de mis manos. — así qué... Socios. — estiró su mano ante mí, ante la mirada estupefacta de su hermano. — No Bett, si estás a cargo de la sede principal, y la pierdes... ¿Qué crees qué pasará después? — pregunto sorprendido su hermano. Bett lo miró sonriente. — Pensé que lo más importante para ti era yo. — Y lo eres, ponquecito. — Bett rodó los ojos. Oliver se acercó a ella y la tomo de los hombros, retirando su mano de mi. — pero has trabajado tanto por la empresa, la has sacado a flote, la pusiste en la cima. — Bett asintió sonriente. — Así es, hermanito. Pero no soy la única que pierde, veo que no detallaste muy bien el contrato. Yo pierdo mi parte de industrias James, pero Giordano también pierde sus acciones si falta al contrato. — sonrió victoriosa. Oliver asintió resignado. — Bien, nunca me he metido en tus negocios, solo espero que está alimaña. — me señaló con un leve gesto de la cabeza. — no te rompa el corazón, porque si lo hace, yo le rompo la cara. — Bett asintió en acuerdo con su hermano. — Estoy aquí... Hermano mayor. — dije en tono divertido. Él me dio una mirada de advertencia. — Créeme que lo sé, Franco Giordano, y si me lo vuelves a recordar; cumpliré con mi promesa antes de tiempo. — Vale, ya basta de riñas. — agarró a su hermano y lo empujó a la salida. — ahora necesito que esperes afuera, hay un par de puntos que necesito hablar con mi prometido... — Tu prometido, puff. Llámalo por lo que es, un timador, manipulador, no se, escoge tú, hermanita. — dijo volteando a ver a su hermana antes de que lo sacará por completo y cerrará la puerta detrás de él. Bett se giró hacía mí. — perdón por eso... Sabes que puede ser un poco... — ¿Idiota? ¿Imbécil? ¿Infantil? — Bett me miró molesta. — Bueno, quizá, pero tú y él están empatados en eso. Y lo que quería decir era; sobreprotector. — rodó los ojos. Luego me miró. — ayer salí corriendo de tu departamento, me disculpó por eso. — el rostro y la actitud de mi mejor amiga se había puesto totalmente serio, la conocía más que nadie y sabía que estaba usando esa careta que se había creado de chica dura cuando empezó a manejar la empresa de su familia. Y no decía que no fuese parte de ella, pero esa era una parte que yo conocía perfectamente y de la cuál estaba orgulloso, el tema era que no encajaba con mi Bett, la chica dulce y divertida. — Bett. — me acerque a ella un poco, quedando frente a mi escritorio, ella se había parado en la mitad de mi oficina. — no quería ofenderte al tratar así a tu hermano, sabes que los dos siempre hemos tenido pequeñas discusiones. Se que no le agrado nada. Pero no me importa, en absoluto, dejaría que me golpeara las veces que quiera, aún así seguiría queriendo estar a tu lado... Si algo aprendí es que la violencia no resuelve nada... — ella suspiró. — Devuelve el título que tienes. — sonreí. — quizá no te sirvió de mucho irte a los golpes con el ex de tu madre, pero estoy segura de que al menos te sentiste aliviado... — respondió ella. Bett llegó a conocer a mi madre biológica, antes de que ella muriera por “causas naturales” ambos sabíamos que su esposo era un maltratador y yo estaba convencido de que era culpa suya, que él la había asesinado. Era un hombre multimillonario, quizá compro a la policía o a los forenses, no tenía idea. Quise tomar la justicia por mis manos, tome clases de boxeo, karate y todo aquello que pudiese ayudarme a vengarme, incluso aprendí a disparar un arma con total precisión, pero nada de eso me sirvió, él hacía parte de la mafia italiana, lo supe después, cuando por poco muero en sus manos y termino en la cárcel incriminado, por suerte los padres de Bett y mi padre tenían influencias y pudieron resolver mi situación, pude estar libre y sin antecedentes, les debía mucho, a Bett, a ellos... — ¿Fran? ¿Estás bien? Lo siento, siempre me olvido de que este tema te afecta demasiado. — No te preocupes. Por nada, ayer, fui yo quien cruzó los límites, no debí haber hecho lo que hice, sin tu consentimiento, te robe la oportunidad de darle tu primer beso a alguien a quien amarás, y no sabes cómo me arrepentí toda la noche. — Bett me miró sorprendida por un segundo, luego su rostro se tornó serio nuevamente. — No te preocupes, de hecho eso está en el nuevo contrato. — reviso su portafolio, saco una nueva carpeta. — este es el original, todo lo que le dije a mi hermano es cierto. Es todo o nada, así que escoge, Giordano. — me miró desafiante. — el contrato que le mostré era una copia con la falsificación de tu firma, pero éste es el que debes firmar. — la miré sorprendido, arrimo el contrato hacia mí. Lo revise, tenía razón, estaban nuestras acciones en juego. — Bien, en ese caso, que sea todo, entonces. — tome un bolígrafo y firme. Bett me miró sonriente y añadió. — Mira las letras pequeñas. — me quito el contrato original de las manos y me dio la copia. — adiós. — y sin esperar nada se marchó. — Ay, Bett. Debería quitarte esa mala costumbre de huir de mí. — sonreí. — emm, las letras pequeñas. — abrí la copia y detalle bien el contrato. — Franco Giordano se compromete a enseñarle a su prometida y por consiguiente esposa, clases de besos y sexo. — abrí la boca por la sorpresa. — Dios mío, ¿Qué acabo de firmar? Elizabeth James, estás totalmente loca si crees que tendré sexo contigo, es decir, no estás mal, pero no me arriesgo a dañar nuestra amistad. — golpee la mesa. — ¡Imbécil! Si no lo haces perderás tus acciones y la empresa, por eso empezaste con esta locura. — golpeé mi frente. — Demonios... Perdoname Bett, no soy el indicado para ti, pero tengo razones fuertes para hacerlo. Prometo que seré delicado, lo mereces. — suspiré con el contrato en la mano. Aún atónito.
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