—¿Dónde me llevas?— Le pregunto cuando me doy cuenta de que el recorrido en moto todavía no termino. —Ya vas a ver, te va a encantar— Me responde sin darme más detalles. No sé que se trae entre manos, pero solo me abrazo más fuerte a él cuando aumenta la velocidad y disfruto de los paisajes. Es increíble que siendo las nueve de la noche todavía sea de día, pero es que, en esta parte del hemisferio en esta época del año, cada vez oscurece más tarde y supongo que esta es la magia del famoso fin del mundo. —¿Ya llegamos?— Cuestiono cuando él va bajando la velocidad. —Decime por favor que no le tenes miedo a las alturas— Me pide haciéndome reír. —No ¿Por qué?— Averiguo y una vez que él estaciona, no vamos sacando los cascos. —Porque nos vamos a subir ahí— Me deja saber y señala un heli