—¿Qué haces nena?— Me pregunta entre risas cuando abre la puerta de la habitación y vamos entrando en medio de besos, pero poco a poco yo me separo. —Alejarme— Respondo haciéndome la desentendida. —Pero ¿Por qué? ¿Acaso no me gane una noche romántica con vos después de todo lo que hicimos hoy?— Cuestiona como nene chiquito y me sonrió de su cara de perro abandonado en la calle. —Puede ser…— Murmuro y pretendo darme la vuelta para alejarme de él, pero de inmediato me giro y hago el paso del ocho tal y como si estuviera bailando tango y pongo mis manos sobre su pecho para así empujarlo hasta que él cae sentado sobre la cama. —¡Uy! ¡Esto se va a poner bueno!— Exclama cuando fijo mi mirada en la suya y le sonrió maliciosamente. —Vos ya me mostraste muchas habilidades a mi, creo que ahora