Ginebra Curo las heridas de los brazos de Adán en silencio. El accidente del avión fue demasiado agresivo con él, a pesar de que todos tuvimos heridas y golpes menores, él fue quien peor la llevó. —¿Te duele mucho la pierna? —Solo un poco, solo cuando camino, me siento, me baño, me duermo. –dice y reímos ambos. —¿Y si respiras te duele? –cuestiono y niega pero se sobresalta cuando toco una herida dolorosa. —Esa maldita herida duele mucho. —¿Quieres que llame a Alexander para que la vea? —No, no quiero que te vayas. Quédate conmigo aquí, por favor. —De acuerdo, quítate la camisa para revisar las demás. Adán se quita la camisa aunque muy en el fondo sé que es un error. Pero para mí sorpresa él no hace comentarios que podrían considerarse inapropiados. Así que termino de limpi