Mi respiración se vuelve superficial mientras veo Liam dar un paso hacia atrás. Sin embargo, no se hace a un lado. A mi lado Rose está pálida. La mirada de Darío se centra en Henry que tiene está atento. —Tú también, muévete. Henry da unos pasos al lado. —¿Cómo entraste aquí? —inquiere Liam— ¿Cómo burlaste a la seguridad? —Vine con los repartidores—sonríe moviendo el revolver. —Celeste—susurro. —¿Qué dices? —inquiere sin perder la sonrisa de mierda que me tiene. Los nervios de puente. Me aclaro la garganta. —¿La señora que nos ayuda en casa? —Ah. Está tomando una siesta. —Eres un enfermo—siseo. —No estás en condiciones de ponerte al brinco. —¿Qué quieres? —Liam llama su atención. —Saldar cuentas con la perra de tu mujer—anuncia. Sus ojos se envuelven fríos—Ella arruinó tod