Capítulo 59 Samuel Estoy en la sala, tomando una cerveza, cuando el llanto de la mocosa rompe el silencio desde el cuarto. Resoplo con fastidio. Me levanto y entro al cuarto. —¡Cállate, mocosa! —le grito con rabia—. No sé qué hacer contigo… Estoy a punto de levantarle la mano, pero justo en ese momento ella entra apresurada y carga a la niña entre sus brazos. —¡Ya te dije que no la maltrates! —me enfrenta, firme—. ¡Es una pequeña… y es tu hija! La miro con odio. Con ira contenida. —Esa mocosa no es nada mío —escupo con desprecio—. ¡La odio! Doy un paso hacia ellas, pero me freno. Algo en mí se rompe, o se desgasta aún más. Solo giro sobre mis pasos y salgo de la casa, con la cabeza a punto de estallar. Es frustrante… Es estresante no poder moverme, no poder ser libre, no poder