Capítulo 58 Ayliz Llegamos a casa. Subo directo a mi recámara. No digo nada. Empiezo a juntar mis cosas con manos temblorosas. No pienso seguir viviendo aquí. Alex entra detrás de mí. Cierra la puerta con cuidado, como si temiera romper algo más de lo que ya está roto. —Ayliz, amor… —su voz suena baja, arrepentida. No respondo. Doblo una blusa y la echo a la maleta. —Perdóname —insiste—. Fui… fui porque necesitaba protegerlas. No podía dejar que ese miserable les hiciera algo. Me detengo. Aprieto la ropa contra mi pecho, cerrando los ojos con fuerza. Luego me doy vuelta, con lágrimas bajándome por las mejillas. —¡Alexandro, lárgate quiero estar sola, no quiero verte ni escucharte! ¡Te odio! Me arrepiento de haberte conocido… de amarte. Él da un paso hacia mí, pero retrocedo. No