Capítulo 32 Alexandro Salgo rápidamente de la casa. Había llamado antes para asegurarme de que mi abuelo estuviera en la residencia, y Gloria me confirma que lleva rato en su despacho. Al llegar, estaciono el convertible frente a la entrada. La determinación me impulsa, camino hacia la puerta principal y entro. Cada paso resuena con la urgencia que siento, una especie de presagio. Me dirijo directamente al despacho. Al abrir la puerta lentamente, lo veo concentrado, inmerso en unos papeles. Paso y cierro la puerta por detrás, el sonido apenas perceptible. —Abuelo —le llamo, mi voz rompiendo el silencio. Despega la vista de los papeles que sostiene en sus manos, frunce el ceño, mirándome, pero su mirada aún parece distante, distraída. —¿Qué pasa? —pregunta. Me siento frente a él, la