Capítulo 31
Ayliz
—Mi abuelo ya sabe —me dice Alex, y mi mundo parece detenerse. La noticia, que hemos guardado con tanto recelo, ahora cuelga en el aire, densa y ominosa. La pequeña burbuja de nuestro secreto, frágil y delicada, revienta sin aviso, dejando un vacío inquietante a su paso. La respiración se atora en la garganta junto al pequeño sorbo que le acababa de dar a mi jugo de café con leche, sintiendo cómo el miedo, un invitado no deseado, se instala cómodamente en el centro de mi pecho, expandiéndose con cada latido.
—¿Cómo se enteró? —le pregunto, con la voz temblorosa buscando una razón, una explicación.
Alexandro me toma la mano con suavidad regalándome una sonrisa.
—Tranquila, todo está.
Me le quedo mirando sin entender nada, ¿Cómo todo está bien?
—Mi abuelo le mando a
