Capítulo 30 Alexandro Vemos a mi abuelo entrar a la sala de estar, se sienta a lado de mi abuela, le da una tranquilizadora sonrisa. —Ayliz —le llama. —Sí, dígame —responde ella, con una voz suave y un punto de cautela, esforzándose por sonar cordial. —Quiero pedirte una disculpa por la forma en la que te traté hace un momento, he tenido mal día. Le esboza una pequeña sonrisa. —No se preocupe. —Quisiera que aceptaras venir a vivir con nosotros. Ayliz me mira con una mirada que revela la incomodidad de vivir y sé perfectamente el motivo, por mi querida tía, de mi primo y su mujercita. Voltea a ver a mi abuelo con una sonrisa algo tímida e incómoda. —Em, no sé —su risa apenas sale. —Ay, ya papá, si no quiere no le ruegues —suelta mi tía, y siento en su voz un matiz que busca pon