Capítulo 29 Alexandro El dulzor de las vacaciones se disolvía con cada kilómetro de regreso, pero el aire de la ciudad no traía el mismo suspiro de melancolía que otras veces. Para Ayliz, el horizonte de nuestra vuelta era el rostro de Sofía, una imagen que anhelaba con una urgencia palpable, una ansiedad que vibraba en su mirada cada vez que escuchaba el nombre de la pequeña. No había día que no recurriéramos a mi mamá, esas videollamadas se convirtieron en nuestro bálsamo, en la prueba irrefutable de que nuestra bebé y Karina se encontraban muy bien. Después de cada videollamada disfrutábamos plenamente de cada rincón de la ciudad, de cada risa compartida, sabiendo que el corazón de Ayliz latía tranquilo. *** Nos encontramos afuera de la residencia, al abrir la puerta todos nos reci