Capítulo 40 Alexandro Santiago, con una calma que me asombra, toma los documentos, revisándolos con una rapidez metódica. Sus ojos se mueven de una cifra a otra, de un correo a otro, mientras yo sigo intentando procesar lo que veo. Hay demasiados ceros, demasiadas transferencias que no encajan. Una punzada de miedo se asoma en mi pecho. ¿Y si…? No, no es posible. Omar no haría esto. —Comisario —dice Santiago, sin levantar la vista de los papeles, su voz ahora es el centro de atención —. Necesito copias de toda esta documentación. También, queremos conocer el nombre del denunciante y cualquier testimonio que respalde estos cargos. Y, por supuesto, solicitamos acceso inmediato al señor Omar Rodríguez para que pueda tener asesoría legal. El Comisario Valdez asiente lentamente, observando