Capítulo 63 Vladímir —Martínez —un oficial joven se acerca con voz firme—. Es hora de tu traslado al reclusorio de máxima seguridad. No respondo. Finjo sumisión. —Manos a la espalda, que serás esposado. —Oficial, ¿Sería posible al frente? Tengo una lesión en el hombro y me es muy doloroso rotar el brazo —miento con la naturalidad de un santo en misa. El oficial duda, mira alrededor en busca de su superior. No hay nadie. Suspira y asiente. Le tiendo las manos; en cuanto ajusta las esposas, me guía fuera de la celda. El pasillo está desierto. Me conduce hasta la parte trasera, donde una van espera con la puerta abierta. No puedo actuar aquí; sería buscarme un balazo en la cabeza. Subo sin protestar. El oficial que me esposó se sienta a mi lado. Noto que su pistola tiene la corredera