Capítulo 45 Ayliz La luz del sol de la mañana se asoma por la ventana, filtrándose entre las cortinas de lino blanco. Las olas del mar se escuchan suaves a lo lejos, como un susurro constante que acompaña el despertar. El aire huele a sal y a sábanas limpias. La habitación es un sueño de líneas limpias y lujo discreto: mármol claro, cortinas de lino, sábanas suaves que todavía huelen a él… y a nosotros. Me giro y lo veo dormido, medio envuelto en la sábana, con el pecho desnudo y el cabello alborotado. Respira profundo. Está tan tranquilo que no quiero moverme. Lo observo en silencio, memorizando cada línea de su rostro relajado. Acaricio suavemente su mejilla, rozándola con mis nudillos. Me levanto con cuidado para no despertarlo y camino descalza hacia la terraza. El piso está frío