Capítulo 24 Alexandro Estamos en la cama, nuestros cuerpos entrelazados, la piel tibia una contra la otra mientras los primeros rayos del sol se cuelan por la ventana. La noche que acabamos de compartir superó, con creces, cualquier encuentro anterior. En cada una de nuestras posiciones, se desató una sinfonía de placer, y bajo mis caricias, ella alcanzó el clímax no una, sino repetidas veces, en un crescendo de éxtasis que aún resuena en la habitación. Siento su respiración tranquila contra mi pecho, una dulce melodía que me confirma la profundidad de nuestra conexión. Nuestras miradas se encuentran y una pequeña risa se le escapa, suave como el susurro de la brisa matutina, y con un bostezo adorable, me abraza con más fuerza. —Buenos días, Alexandro —murmura contra mi cuello, con su