El llamado de la bestia: ¿Mi luna es una humana?

Capítulo 7. Reunión de alfas

Aria sube al autobús luego de caminar varias cuadras. Sus manos sudorosas aprietan el pequeño bolso contra su regazo mientras observa por la ventanilla el ir y venir de los autos. Volver a casa es la peor decisión, sabe que esos hombres la buscarán ahí antes que en cualquier otro lugar. Igual que a su hermano.

No puede correr de ellos por siempre, pero tampoco puede arriesgarse. Respira hondo y, en un impulso, se levanta y toca el timbre. Se baja unas cuadras antes, justo frente a la confitería de Nala. Su amiga ha sido su único sostén en este tiempo. Con ella estará segura, al menos por ahora.

Respira profundo antes de empujar la puerta del local. Nala, tras el mostrador, la ve y su ceño se frunce. Nunca había visto a Aria en ese estado. Es como si le hubiera atropellado un camión.

Al otro lado de la ciudad, el alfa Thane camina con pasos firmes por el edificio de una prestigiosa empresa junto con Ramiro, su beta. La secretaria lo reconoce al instante y, sin hacerlo esperar, los conduce a un salón privado donde su jefe y otro alfa los están esperando.

Cuando las puertas se abren, ve a Kael, el alfa de Claro de Luna, y a Roman, el alfa de Luna Plateada.

—Disculpen la demora —dice Thane con voz neutral—. Tuve que atender un asunto urgente por el camino.

Se sienta en una de las sillas, sin dejar de observar a Kael. Algo en su aroma lo inquieta, también a su lobo. La monja tenía ese mismo olor impregnado en la piel. Kael estuvo con ella. No hay duda.

—Anoche el alfa Kael y yo tuvimos una reunión para llegar a un consenso entre las manadas y solicitar la modificación de las reglas que nuestros ancestros nos dejaron impuestas. —Roman toma la palabra—. Muchas de las reglas ya son obsoletas. Nuestros negocios podrían prosperar el doble si imponemos nuestra superioridad ante los humanos y acabamos con los cazadores.

Thane cruza los brazos.

—¿Cuáles son los beneficios que mi manada puede obtener con esto? —pregunta sin rodeos.

Roman titubea. Thane continúa.

—En Luna Negra no nos interesan las alianzas, somos una manada autosuficiente desde hace años, nunca nos hemos metido en guerras ni en disputas ajenas y no lo haremos ahora. No tenemos problemas con los renegados ni con los humanos, así que no firmaremos un convenio contra ellos. Esta reunión no tiene sentido para mí.

Decidido a marcharse, Thane se pone de pie, pero antes de dar un paso hacia la puerta, uno de los hombres de Roman se transforma y se lanza hacia él con actitud amenazante. Un lobo gris con ojos negros gruñe directamente hacia su rostro. La bestia da un paso hacia él pretendiendo que el alfa retroceda, pero Thane lo observa sin inmutarse. ¿Cómo puede pensar que es un rival para él, que es un alfa?

—Si el hijo de mi amigo Esteban Shadowfang y mi prima Katia, no estuviera aquí —dice con calma, mirando a Kael—, todos ustedes ya estarían muertos.

Kael y Thane no son amigos, pero se conocen. Saben de la existencia del otro y han compartido ceremonias y reuniones en el pasado. Su madre era m*****o de Luna negra antes de emparejarse con su padre, pero murió en el parto de Kael. Desde ese entonces su padre vivió solo, hasta que hace cuatro años conoció a su segunda compañera destinada.

—¿Podrías al menos escuchar lo que Roman tiene que decir? —pregunta Kael, intentando calmar el ambiente.

Thane le dedica una sonrisa irónica antes de girar sobre sus talones y marcharse. No confía en Roman. De hecho, sospecha que tiene acuerdos con los renegados, los cazadores y la mafia de armas. No tiene pruebas, pero muchos hechos apuntan a él. Incluso algunos de sus miembros han desaparecido de forma inexplicable luego de haber tenido contacto con alguno de su manada.

—Deberíamos hablar con las otras manadas, y pedir que…

Roman intenta decir algo, pero Kael también se levanta y lo interrumpe.

—Si el alfa Thane tiene sus dudas, creo que deberíamos tomarlos en cuenta. La próxima vez, mantén a tu subordinado a raya; su accionar es digno de un castigo ejemplar. —Señala al que había gruñido a Thane.

Kael y Osman también se retiran. La mirada de Roman se oscurece. Sabía que Thane le daría problemas, a pesar de eso quiso darle una oportunidad, pero ahora tendrá que optar por el plan B. Una sonrisa macabra se extiende por su rostro.

El viaje de regreso de Kael a Claro de Luna es silencioso. Osman, sentado en el asiento delantero, mira varias veces hacia el alfa por el retrovisor. Sabe que hay algo que lo incomoda, pero Kael es bastante obstinado. Su expresión lo dice todo: labios apretados, mirada perdida, muecas de incomodidad.

Cuando finalmente llegan a la manada, Kael se encierra de inmediato en su despacho. A pesar de que su padre le ordenó explícitamente que fuera a verlo y contarle las novedades de la reunión. Lo último que quiere ahora es dar explicaciones.

Entonces, su celular vibra dentro del bolsillo de su pantalón. Al ver el mensaje en la pantalla, frunce el ceño.

Osman aparece en la puerta.

—El rastreador consiguió los informes sobre la mujer del hotel, alfa —anuncia—. Los envió a tu número.

Kael descarga el archivo de inmediato y observa la foto de Aria en primera plana. Su mirada se endurece.

Durante un buen rato, lee cada detalle sobre ella. En el informe dice que tiene dos hermanos, pero solo se menciona a Joel y no hay ningún dato sobre la hermana. Se desplaza hasta el final y nada. Es como si su existencia fuera borrada de manera intencional para que nadie pudiera hallarla. ¿Qué estará ocultando?

—Pídele que encuentre los datos de la hermana —pide a Osman quien permanece a su lado—. No importa si busca debajo de las piedras, quiero saber quién es y por qué se ha borrado su identidad.

Osman hace la llamada mientras Kael permanece con la vista fija en el reporte de Joel. Allí dice que está vinculado con la mafia de los renegados, los mismos que amenazan a su manada desde hace años. La molestia de Ryder se refleja en su rostro. Anoche, Aria escapó de la habitación contigua, drogada, y entró en la suya. ¿Tendrá su hermano algo que ver con eso?