El primer mes se sintió eterno, silencioso y pesado. Durante ese tiempo y para evitar que Antonio tuviera noticias sobre Clara y su familia, el señor Evans ordenó que nadie entrara, solo le llevaban comida y la dejaban cerca de la puerta. El hotel era lujoso, había una cama amplia, una mini sala con sillones y una mesa circular, ventanas amplias y un baño que parecía ser una habitación aparte. Pero se sentía como una prisión. En ocasiones Antonio abría la llave de la regadera y se quedaba en el suelo sintiendo el agua cayendo sobre su rostro, no se quitaba la ropa, solo se quedaba en silencio, imaginando cómo estaba ella y volviendo a ese día una y otra vez. Si no hubieran forcejeado, si ella no se hubiera golpeado con la esquina del mueble o si tan solo, él la hubiera citado en un lug

