Iván llegó a la sala de reuniones con un traje gris claro, una corbata lisa y un cambio significativo en su arreglo personal que hizo que todos subieran la mirada. Barba y bigote. La mayoría de los empleados y ejecutivos conocían al señor Iván Duarte por ser un hombre de más de sesenta años, de carácter duro, apariencia aseada y un profundo resentimiento en contra de su hermano menor, Lucas Duarte, sin embargo, el cambio le venía bien. Las sillas reservadas para Sarah y Jorge seguían vacías. El señor Lucas fue uno de los últimos en llegar. – Daremos inicio a la reunión… Regina miró al frente – si llegar tarde es tu forma de aumentar el dramatismo por mi obsesión con la diosa de la discordia. Es un gesto lindo, pero me está poniendo nerviosa. Leo maldijo entre dientes – no tenía idea

