La mañana había llegado y el clima era frío. Parecía un día cualquiera, pero no lo era. Felicia se levantó temprano para limpiar el retrato del señor Duarte y al mirarlo soltó un largo suspiro. Por no ser parte de la familia nadie le compartió el diagnóstico médico ni el estado de saludo del señor Duarte, aunque ella sabía que había pocas esperanzas de que el señor volviera a casa. Cuando entró al estudio se preparó para limpiar, pero de reojo notó algo extraño. El agua del acuario se veía turbia y había peces nadando en círculos. Tocó la superficie del vidrio y al alzar la vista alcanzó a ver un pez flotando en la superficie. La noche anterior en efecto, olvidó alimentarlos y tras llamar a la ambulancia, su mente estuvo en blanco. La puerta del estudio se abrió, era Diego. – ¿Cómo es

