Varios días antes recibí una llamada extraña, venía de un número desconocido, pero como estaba ocupada aprendiendo sobre la empresa de papá y también estaba el asunto de Princesa, solía responder todas las llamadas por precaución. – ¿Eres Regina? – escuché por el auricular. Respondí – lo soy. – Oye, en serio no quiero problemas, sé que el anciano debió dejar algo para mí, así que dame mi dinero y no volveré a molestarte, ¿estamos bien? Entendí la parte de “anciano”, el resto, me resultó gracioso – ok, adiós – colgué la llamada y bloqueé el número. No fue mi primera llamada de estafa, tampoco fue la mejor y le presté tan poca atención que honestamente, no recuerdo la fecha exacta. Por desgracia, esa no fue una llamada de estafa. Poco después de la fiesta en Obsidiana, Diego me llamó,

