Desperté en un lugar claro, puro y limpio. Un campo de flores se encontraba a mí alrededor, no sabía dónde estaba. Lo último que recordaba era discutir con Julian porque estábamos en un atasco y un fuerte dolor en mi pecho. Julian se encontraba nervioso, había sangre en sus manos y lágrimas en sus ojos. Alguien me había hecho daño, me habían dañado. Había sido disparada por una estúpida venganza, porque sí, pude ver al maleante a través de la ventana. Podría reconocer ese rostro aunque pasaran cien años. Miré hacia el claro cielo y decidí que lo mejor era levantarme de la fresca hierba en la que ahora me encontraba tumbada. Observé a mí alrededor y a lo lejos noté una silueta. La silueta familiar de una hermosa rubia, frente a una cuna de madera blanca, que sonreía hacia ella. No