Mi corazón es tuyo

En busqueda de una oportunidad de empleo

Capítulo 7

Isabella

Venía caminando por los pasillos de la empresa, y las secretarias se me quedaban viendo, algunas musitaban mientras me miraban feo.

“Se nota que es una arribista, únicamente está con el jefe por su dinero”.

“Ay, ya sé, no sé que le vio el jefe, es una insípida".

Solté un suspiro, seguí mi camino sin darle importancia a sus habladurías.

Entré a la oficina de recursos humanos, y saludé con una genuina sonrisa a Karina.

—Hey, Bella —Nos besamos en la mejilla.

Tomé asiento frente a ella.

—Vengo para solicitar mi renuncia —Karina me veía asombrada.

—¿Qué? ¿Cómo qué tu renuncia?

—Así como lo oyes, ya no trabajaré más para el señor Meyer —Dije así sin más. Karina estaba desconcertada con mi actitud.

Le pedí de favor que realizará mi renuncia, me dio una última mirada y comenzó a redactar la carta con una sensación nostálgica. Cuando al fin había conseguido un buen empleo, tengo que dejarlo, pues no podía continuar a lado de Antoni fingiendo algo que ya no deseaba a hacer.

—Toma —Me extendió la hoja, la tomé entre mis manos y la vi por un momento, crucé mi mirada con la de ella y le esbocé una leve sonrisa.

—Gracias —Me dio un ligero asentimiento, cerré la puerta detrás de mí y me encaminé a su oficina.

Al llegar, dejé salir un suspiro para darme valor para verlo una vez más, será la última vez. Agarré el pomo de la puerta, di unos golpes y al escuchar un adelante entré.

Antoni al darse cuenta de que soy yo dejó de a hacer lo que estaba haciendo.

—Aquí está mi renuncia —Le dejé la hoja sobre la mesa. Antoni la miró y después volteó a verme.

—No firmaré nada —Sentenció severo.

Lo miré con enojo, sentía mi sangre hervir de furia.

—No puedes obligarme a quedarme —Declaré. Ambos nos mirábamos directamente a los ojos, su mirada me estaba poniendo nerviosa. Enfríe mi semblante, tenía que darme seguridad a mí misma —. No trabajaré más para usted, señor Meyer.

—Bien —Agarró de mala gana un bolígrafo y firmó —. Que le vaya bien, señorita Montenegro —dijo en tono seco. Me di media vuelta y salí de ahí.

Me encontraba caminando por las calles de la ciudad mirando las luces que la adornan, faltan algunos días para navidad, en donde las familias se reúnen.

Debo encontrar pronto otro empleo, por las fechas se me hará muy complicado, suspiro.

Mi cuerpo tiritaba del frío que hacía, moría por algo caliente, así que moví mis pies hacia una cafetería cercana.

Le di un pequeño sorbo a mi café mientras miraba por la ventana, gente pasaba, algunas reían entre ellos, una pareja se demostraban su amor con un beso en los labios.

Me quedé buen rato mirando por el cristal, no tenía ánimos de llegar al departamento, me sentía mal, triste por lo que estaba viviendo, estaba desempleada. Solté un suspiro melancólico.

***

Llegué al departamento y gracias a Dios no estaba Sherlyn, me encaminé a la alcoba y me dejé caer sobre el colchón.

—Mañana a primera hora buscaré trabajo, mañana será un buen, día, primero Dios —Suspiré mirando al techo.

Son las cinco de la mañana, me pongo de pie, me adentro al baño, lavo mi cara y boca, casi no pude dormir, estuve dando vueltas en la cama.

Caminé para la cocina, puse agua para café, mientras hervía el agua, revise el refrigerador y me encontré leche, huevos y mantequilla. Haré hotcakes.

Estaba escuchando música a volumen bajo para no despertar a mi amiga, ya casi termino de hacer el desayuno. Le doy un sorbo a mi café, que me quedó muy rico.

—Qué rico huele —Apareció Sherlyn por la cocina.

—Buenos días —La saludé esbozando una sonrisa.

Me devolvió el saludo con un cálido gesto, mientras se preparaba su café.

Nos encaminamos al comedor, nos acomodamos y comenzamos a disfrutar del desayuno.

Estuvimos platicando, le conté que renuncié y los motivos, le conté todo.

—Es un hijo de perra —Espetó con coraje.

Asentí.

Me apresuró a lavarme los dientes. Preparé el agua para ducharme.

Una vez que terminé de ducharme, busqué un atuendo presentable. Encontré un vestido gris que viene acompañado con un cinturón beige a la cintura, lo agarré y sonreí, me encanta como se me ve.

Una vez lista salgo de la habitación.

—Dios, acompáñame, hazme el milagro de encontrar trabajo, por favor.

Me despedí de Sherlyn y salí.

Entré a mi carro y me impregnó de su olor, Sherlyn lo había llevado a lavar, al igual que el suyo, es una gran amiga, la quiero mucho, es como mi hermana.

Estuve manejando por las calles de la ciudad, en la madrugada estuve viendo un buffet de abogados, estaban solicitando una abogada, crucé los dedos para que me dieran la oportunidad de demostrarles mis habilidades de abogada.

Estaba frente al enorme edificio, suspiré, luego de unos minutos moví mis pies hacia la entrada.

Había gente moviéndose de un lado hacia el otro, teléfonos sonando, había mucho movimiento.

—Buenos días —Saludé a la recepcionista.

—Hola, buenos días, ¿En qué puedo ayudarte? —Preguntó con una suave sonrisa.

—Vengo por el puesto de abogada —Le informé.

—Okay, mira, tomas el elevador y en el tercer piso, vas a preguntar por el señor Smith, es el CEO, él te hará la entrevista —Le agradecí y me dirigí al elevador.

Dios que nervios, el CEO me va a entrevistar, respiro profundo para calmar mis nervios. Después de picarle al botón, espero un poco para que las puertas de metal se abran.

Una vez adentro le aplasté al botón que me llevará al tercer piso. Salgo y aquí hay más movimiento que en recepción.

—Hola, buenos días —Saludé a una chica rubia.

—Buenos días —Me dio una genuina sonrisa.

Le volví a sonreír —Vengo por el anuncio que hay en internet, que se encuentran solicitando abogada.

—Oh, sí —dijo la chica —. Toma asiento, en un momento el señor Smith te atenderá, ahora se encuentra ocupado con una persona —Asentí con un cálido gesto. Tomé asiento en unos de los sillones beige.

Duré unos largos minutos esperando, cada vez estaba más nerviosa, la chica que me atendió me trajo un café y galletas.

Al fin la puerta se abrió y al ver a ese hombre, fruncí el ceño.

“No puede ser”.