Es a ella a quien quiero tener en mis brazos

1123 Palabras
Capítulo 8 —Señor, disculpe, lo está esperando una muchacha para la entrevista —Tanto Antoni como el señor Smith, voltearon. Antoni, en cuanto me vio, me escaneó con la mirada, me sentí incómoda, carraspeé disimuladamente. —Nos estamos hablando, el deber me llama —Habla el señor Smith, es un hombre joven, unos pocos años mayor que Antoni. —Por supuesto, nos vemos. Pasa cerca de mí —Suerte —Me musitó muy cerca de mi oído, hablar, hizo que mi piel se erizara al grado que me puse toda nerviosa que sentí mi cuerpo tiritar. Algunas secretarias le dijeron adiós en tono coqueto, y éste les respondió de la misma, aghhh, es un completo idiota. —¿Pasamos? —Escuché una voz masculina. Volteé y me puse roja de la vergüenza, el señor Smith rio. Entramos a su oficina, todo se ve muy organizado, en la pared hay reconocimientos de él. —Toma asiento, por favor —Hice lo que me pidió, mientras le regalaba una amable sonrisa. Le ofrecí mi carpeta, la cogió y la estuvo visualizando atentamente. —Veo que estuviste trabajando para Antoni —Me acomodé sobre mi asiento, le sonreí algo nerviosa, asentí. El señor Smith me volvió a sonreír —. ¿Por qué renunciaste? —Me cuestionó mirándome fijamente. Volví a aclarar mi garganta. —Vi su anuncio y quise probar, trabajé mucho tiempo en mi carrera, el empleo de asistente era temporal —Le expliqué lo más tranquila posible. Asintió —Entiendo. Volvió a visualizar mi CV, yo estaba muerta de nervios, pues no sabía que esperar, “Dios, que me contraté por favor". —Bueno, pues veo que eres buena, tienes buenas referencias de tu anterior trabajo, pero aún debo entrevistar a otras personas que tienen cita —Asentí con una leve sonrisa. —Entiendo —Me puse de pie y me dirigí a la puerta, la cerré despacio detrás de mí. —¿Cómo te fue? —Inquirió Leyla. Cuando estaba esperando nos dijimos nuestros nombres, es una muchacha muy simpática. —Creo que bien —Le esbocé una débil sonrisa. Me despedí de ella y me encaminé a los ascensores. Estaba a punto de subirme a mi carro, cuando salté del susto, ya que apareció de la nada. Lo fulminé con la mirada —Casi me matas. Se carcajeó. —¿Cómo te fue? —Bien —Le respondí secamente. Volvió a reír, lo miré con la frente arrugada, pues no entendía su estúpida risa. Lo hice a un lado para subirme al carro, cuando iba a entrar me cerró la puerta, solté un frustrante suspiro, lo volteé a ver aniquilándolo con la mirada. —Déjame ir —Negó. Mi poca paciencia se me estaba agotando, tuve que respirar varias veces para no explotar y no hacer un escándalo. —No creo que Demian te dé el trabajo, es muy especial para elegir a quién va a contratar en su bufete —Sus palabras me pusieron mal, tengo que conseguir ese trabajo, no puedo estar desempleada mucho tiempo —. Te quiero invitar, mejor que vuelvas a trabajar como mi asistente. —Por supuesto que no —Espeté mirándolo mal. Soltó un suspiro. —Piénsalo, ya se vienen las fiestas navideñas y no sería nada bueno que estés desempleada. Se dio media vuelta y subió a su vehículo. Aceleró a toda velocidad. Antoni tiene razón, ya se vienen las fiestas navideñas y yo estoy sin empleo y con deudas. Antoni Nunca me imaginé que iba a ver a Isabella en estas oficinas, se veía muy hermosa, segura de sí misma, eso me gusta de ella. La última vez que nos vimos en mi oficina cuando fue a llevarme su renuncia, algo de mí dolió, me negaba a no volverla a ver, por un momento estuve a punto de mover mis influencias para que nadie la contratará y volviera a mí, pero se me hizo algo muy ruin, ya le había hecho daño con la humillación en casa de mis padres, no iba a hacerle más daño, no me atreví. Llegué a la empresa y me fui directo a mi oficina, di la orden de que nadie me molestara. Quise trabajar y no más no podía, su recuerdo se me venía una y otra vez a mi mente. Solté un irritado suspiro al ver a Stephanie en mi oficina. —¿Qué haces aquí? —Le pregunté en tono golpeado. —Ay, pero qué genio traes —Se burló, odio eso. —No tengo tiempo para tus cosas, tengo mucho trabajo —Se me sentó en las piernas y comenzó a jugar con mi corbata. Me sentía incómodo, estar con ella ya no me resultaba divertido como antes, la última vez ni lo disfruté, tuve que imaginar que con la que estaba era con Bella, es a ella a quien quiero tener en mis brazos, sentir la dulzura de su piel. La quité de mala gana. —¿Qué te sucede Antoni? —Gruño enojada. —Quiero que te vayas de mi oficina, no quiero que vuelvas por aquí, lo nuestro se acabó —Sentencié firme. Stephanie me veía enfurecida, pero no me importó en lo más mínimo. Al ver que empezaba a hacer sus berrinches de niña, la tomé del brazo y la saqué, di la orden de no volverla a dejar entrar. Escuché mi celular, después de ver quién era respondí. —Dime. Estuve hablando unos minutos por teléfono. —Okay, nos vemos a las 2 para comer —Colgué y me puse a ver unos pendientes. Las horas pasaron volando que ni las sentí, ya faltaban 8 minutos para las dos. Tomé mi saco y salí. —Hola, disculpa la tardanza, el tráfico está loco —Le comenté mientras tomaba asiento. Demian rio. —Es la hora más loca, yo también acabo de llegar. Después de hacer nuestro pedido, el mesero nos dejó solos. —Te cité porque vi algo en tu antigua empleada, Isabella —Sonreí de lado. —Te escucho —Entrelace mis dedos y los puse sobre la mesa. Lo miré directamente a los ojos. Cuando te mencioné noté que se puso nerviosa, y cuando le pregunté el porqué renunció se puso aún más nerviosa, y no le creí nada de lo que me dijo. Dejé salir una ligera risa. —¿Qué pasa? Negué. —¿Qué te contó? —Que estaba temporalmente en tu empresa, mientras encontraba algo de su carrera —Sonreí, mientras asentía. —Es cierto, estaba temporalmente como mi asistente personal. Cuando estaba por hablar llegó el camarero con las bebidas. —Te contaré algo —dije mientras le daba un sorbo a mi vaso Demian me puso toda su atención.
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